El director suizo regresa a Chile para dirigir a la Orquesta Usach en el estreno de la música que Jorge Pepi-Alos compuso para La niña de los fósforos, la película muda de Jean Renoir.

Nicolas Rauss. Foto: Gary Go.

Por casi una década, la Orquesta Usach y el Teatro Aula Magna fueron el hábitat natural de Nicolas Rauss (Ginebra, 1960). Entre 2012 y 2020, el director suizo fue titular y lideró recordadas temporadas de la agrupación, en las que se fraguaron algunos de los pilares de su trabajo actual: la itinerancia por comunas de la Región Metropolitana, por ejemplo, y la grabación y edición de discos, a través del sello Aula Records.

Otro foco esencial de esos años es el que ahora tiene de regreso al actual director de la Orquesta Sinfónica del Sodre (Uruguay): el estreno de obras contemporáneas, encargadas especialmente a autores y autoras que nacieron o se establecieron en Chile. Esta vez, con otro ingrediente especial, como es la musicalización en vivo de películas de cine mudo.

No será la primera vez. En 2018, dirigida por Nicolas Rauss, la Orquesta Usach estrenó Viaje a la Luna, una obra encargada al compositor Jorge Pepi-Alos (Córdoba, Argentina, 1962) para ser tocada junto con la clásica película de Georges Méliès (1861-1938). El público abarrotó las dos funciones en el Teatro Aula Magna y en el Teatro Municipal de San Joaquín, espectáculo que también fue registrado en un disco que inauguró el catálogo de Aula Records, a mediados de 2019.

A seis años de ese estreno, el ejercicio se repetirá con La niña de los fósforos (1928), película muda del cineasta francés Jean Renoir (1894-1979), una adaptación de la historia que Hans Christian Andersen (1805-1875) escribió a partir de un cuento popular. La película será musicalizada en vivo con una nueva partitura de Pepi-Alos, que se podrá escuchar en un único concierto que la Orquesta Usach ofrecerá este miércoles 2 de octubre (19:30 horas) en el Teatro Aula Magna y que Rauss liderará, ahora como director invitado.

El programa se iniciará con la suite del ballet El festín de la araña, del francés Albert Roussel (1869-1937), y también incluirá el famoso Claro de Luna de Claude Debussy (1862-1918), en la orquestación de André Caplet (1878-1925). Las entradas gratuitas se encuentran disponibles en Portaltickets.

De esta manera, Rauss afianzará una verdadera alianza musical que ha establecido durante la última década con Pepi-Alos. Del estreno de La niña de los fósforos, de Roussel y Debussy, así como de su vínculo con la Orquesta Usach, el director entrega detalles en la siguiente entrevista.

 

¿Cómo nació la idea de volver a musicalizar cine mudo junto a la Orquesta Usach?

Antes que cualquier cosa, tenemos que hablar un poco del Viaje a la Luna. Cuando Andrés Zúñiga asumió como director de Extensión Usach, me dijo que quería hacer música de cine. Yo pensaba que me iba a pedir Star Wars, Piratas del Caribe o Harry Potter, todas esas cosas muy exitosas norteamericanas, pero su propuesta se relacionaba con la época del cine mudo, cuando una persona improvisaba al piano mientras se proyectaban las películas. Él me dijo que eligiera un compositor para que hiciera la música y así fue como nació el Viaje a la Luna. El mismo Andrés me comentó que si él ofrecía esa película en la sala de cine, iban a asistir 50 personas, y si pasábamos la misma película con una obra de Jorge Pepi-Alos, capaz que vendrían otras 50; pero lo que pasó fue que llegaron como 700 personas en dos salas distintas. Fue un éxito total, muy interesante. No sabemos si se va a repetir, porque Viaje a la Luna es muy emblemática, pero después de eso hablamos de hacer esta película con el mismo Jorge, ya que había sido una buena experiencia.

Me gusta trabajar con Jorge, porque cuando tengo dudas sobre la significación de su música y qué quiso hacer, él se sienta al piano y me muestra. Es uno de los pocos compositores contemporáneos que toca muy bien el piano, en cualquier estilo. Puede ser Scarlatti, Bach, Stravinsky, Ligeti. Es muy completo. Otra cosa que me gusta, poco frecuente en la música contemporánea, es que es muy juguetón con los sonidos. Le da vida a la música contemporánea que a veces es muy experimental y especulativa.

¿Qué impresión te produjo la película?

No soy especialista, para nada, pero me parece de una poesía increíble, muy linda. Es notable lo que hacían los cineastas que no tenían sonido para transmitir todas las emociones, evitando la palabra. Hay quienes piensan que con el sonido y las palabras se perdió un poquito esa imaginación y poesía. Espero que sea un espectáculo muy atractivo y profundo también. Sobre la música, creo que recién nos vamos a dar cuenta realmente de lo que es cuando la escuchemos junto con la película.

¿Qué encontraste cuando recibiste la partitura?

Es difícil describirlo. Primero, porque si yo veo una partitura de Joseph Haydn o de Héctor Berlioz, por ejemplo, con el profesionalismo y la experiencia que tengo, puedo imaginar más o menos cómo suena. Eso es muy difícil en la música contemporánea. Puedo ver qué toca cada instrumento, darme cuenta de algunas cosas, pero es una idea muy vaga. Sí me doy cuenta de que es una obra en el estilo de Jorge, que juega con formas que se mueven en el espacio sonoro, que hay un fuerte impacto rítmico en ciertos momentos, que las melodías son pocas. También hay un montón de colores, con tipos de sordinas en los vientos, con tipos de toques en la cuerda, que son muy propios de la música contemporánea… digamos, ya desde 1965. En ese sentido, hay algo que me hace pensar en un Lutoslawski viejo o en un Ligeti, pero es Jorge Pepi-Alos, con su vitalidad latina y, sobre todo, con su conocimiento. Está todo muy bien pensado.

¿Cómo es el proceso de estudio de una obra así?

Primero, me enojo, esa es la verdad (risas). Uno abre ese tipo de obras y siente que no tiene dónde agarrarse, no se puede tocar. No puedo aprender cada parte porque son bien complejas y no hay ninguna nota obvia. O muy pocas, por lo menos para mí. En general, lo que pasa luego es que empiezo a conversar con él, a entender su propósito y eso fluye.

Antes, te preguntas por qué te metiste en algo así…

Claro. Yo hago música contemporánea, pero no tan frecuentemente. Viendo el papel de cualquier música tonal, incluso tonal compleja, puedo imaginar cómo va a sonar. El piano me ayuda muchísimo porque toco los acordes principales y me hago una idea. En este caso no hay acordes casi, entonces es un trabajo un poco árido. Incluso con las obras de Jorge no pasa tanto, pero es algo que nos ocurre a los directores: el principio del trabajo es árido. Después, cuando te imaginas el propósito, entonces es mucho mejor y el enojo ya pasó (risas).

Los intérpretes también tenemos que ser conscientes de que tenemos que dar nuestro tiempo y trabajo a los que crean cosas nuevas ahora. Hay una cosa que va más allá del gusto, si me viene bien o mal. Es algo que uno tiene que hacer para darles espacio. Si no lo hacemos nosotros, eso va a morir.

Jorge Pepi-Alos y Nicolas Rauss en 2019. Foto: Gary Go.

En 2017, dirigiste la grabación de la cantata Vida maravillosa y burlesca del café. Al año siguiente se estrenó Viaje a la Luna. Ahora estrenarás otra obra de Jorge Pepi-Alos. ¿Se estableció una sociedad entre ambos, no?

Es verdad. Las primeras obras de él las dirigí porque siento que mi deber es hacer obras nuevas, chilenas, aunque no siempre sean de todo mi gusto. A él puedo preguntarle qué quiso hacer y me da la respuesta. Además, tiene esta vitalidad un poquito burlona, gritona, bien latina. Él le da una vitalidad a la música contemporánea y como que patea el tablero. Eso me parece muy simpático. Uno siempre aprende de los compositores contemporáneos, pero la verdad es que no he tenido una relación parecida a la que tengo con Jorge.

¿Cómo se conocieron, lo recuerdas?

Me acuerdo… y no fue bueno (risas). Yo estaba dirigiendo a un grupo de cámara en la Universidad Católica, en una obra de Paul Hindemith, y el llegó a tocar como pianista. Se había establecido en Chile hace poco tiempo, yo estaba acostumbrado a otro pianista y el contacto no fluyó bien. Fue raro, no lo conocía y yo estaba como sorprendido. Luego, lo aprecié con el tiempo. Muy rápido, pero con el tiempo.

¿Cómo será la primera parte del programa, con la música de Albert Roussel y Claude Debussy?

La primera parte viene a introducir lo que pasará con La niña de los fósforos. Es francesa, porque Renoir era francés y de una época no demasiado lejana. Roussel es un compositor nacido entre Debussy y Maurice Ravel, pero no tiene la misma fama que ellos. Quizás, porque sus giros melódicos no tocan como los de ellos, pero la música es de gran calidad y una muy linda escritura. Puede ser que no tenga melodías que te captan de entrada, como un Debussy o Ravel, pero creo que es un compositor que puede aportar un mensaje y una sensación de igual calidad, fuerza y profundidad. Hubiera podido elegir Debussy o Ravel, pero me gusta indagar en cosas un poquito menos conocidas.

Específicamente, ¿por qué propusiste El festín de la araña?

Es una pieza que he dirigido y, en general, la gente no la conoce. La escritura es muy detallada, un poquito impresionista, pero también muy activa. En 18 minutos de música, pasan muchísimas cosas y me parecía indicada para preludiar a La niña de los fósforos. También es un poco puntillista. Bueno, tiene el tema de las arañas, trata de un mundo de insectos dentro de un jardín. Como cuando te tiras en el pasto y parece que no hay nada, pero después de un rato te das cuenta de que todo está lleno de vida. El ballet completo no dura ni siquiera el doble y no tiene ningún desperdicio, pero es difícil conseguir el material, entonces, habitualmente se hacen estos fragmentos que funcionan muy bien. La orquestación es maravillosa y sus ideas musicales también, es una especie de post Debussy y Ravel.

¿Y el Claro de Luna?

Vamos a hacerlo en la orquestación de André Caplet (1878-1925), un amigo de Debussy  que ha hecho un arreglo muy lindo. Yo agradezco que Debussy haya escrito una cosa así, me parece increíble que se pueda escribir una cosa tan distendida. Y ahí nos volvemos al Viaje a la Luna, porque da la casualidad que, cuando la estrenamos, la obra de Jorge empezaba con el Claro de Luna tocado al piano como si el piano improvisara. En el fondo es un guiño a ese concierto, ¡del que ya han pasado seis años! 

Rodrigo Alarcón L. – 30/09/2024