La solista habla del Andante y rondó ungarese de Carl Maria von Weber, que interpretará en el concierto que la Orquesta Usach realizará este miércoles 7 de junio en el Teatro Aula Magna, bajo la dirección de Pablo Saelzer. En esta entrevista también recuerda sus inicios en la música y repasa su trabajo como integrante de la agrupación.

Alejandra Tapia. Foto: Analia Olivares.

Después de ocho años siendo parte de la Orquesta Usach, Alejandra Tapia (Santiago, 1988) se prepara para debutar como solista en el Teatro Aula Magna Usach: este miércoles 7 de junio (19:30 hrs.) dará un paso al frente y asumirá el rol protagonista para tocar el Andante y rondó ungarese para viola y orquesta, op.35 del compositor alemán Carl Maria von Weber (1786-1826).

El concierto será dirigido por Pablo Saelzer y contempla otras dos obras en el programa: las Danzas populares rumanas del compositor húngaro Béla Bartók (1881-1945) y la Serenata Nº 1 en Re mayor, op. 11 del alemán Johannes Brahms (1833-1897). Las entradas son gratuitas y deben descargarse en la plataforma Portaltickets.

“Me gusta tocar como solista. El proceso de estudio es largo y te expones, entonces tienes que hacer un trabajo mental y de técnica. Es una forma de mantenerse activo y vivo haciendo música”, dice en la víspera de su estreno como solista en el escenario más habitual de la Orquesta Usach. Hasta ahora, solo había enfrentado esa tarea en un concierto itinerante, realizado en Pedro Aguirre Cerda en 2018.

Si esa circunstancia le da un cariz especial a esta presentación, hay otro ingrediente ya directamente musical: son contadas las ocasiones en que se pueden escuchar en vivo obras para viola solista. El mismo Andante y rondó ungarese fue concebido para ese instrumento, pero la primera versión que se publicó es para fagot, y además se convirtió en la más popular.

“En el periodo temprano de la viola, el repertorio es limitado”, comenta Alejandra Tapia. “En el Barroco, por ejemplo, no había especialistas ni una escuela de viola. Luego empezaron a aparecer conciertos para viola, pero no hay obras solistas de Mozart o Beethoven, por ejemplo. Hay piezas pequeñas o de cámara. Entonces que exista esta obra de Weber, que es un gran compositor, es como tener una joyita. Hay que tocarla”.

¿Cómo la describes?

Yo tengo una fascinación por los temas con variaciones y en el primer movimiento de esta obra hay un tema hermoso, en modo menor, que se va transformando y termina en una variación intensa y rápida. Luego aparece una cosa totalmente distinta, que es como una fiesta, entonces tiene dos emociones que me identifican mucho: la melancolía, las tribulaciones, dudas y miedos; y después el jolgorio, la fiesta y el baile. Es un contraste intenso, pero la obra hace que sea sencillo pasar emocionalmente de una parte a la otra.

Alejandra Tapia en Pedro Aguirre Cerda, en 2018. Foto: Álvaro Hoppe.

¿Qué te motivó a proponer esta obra para la temporada 2023?

Siempre la quise tocar. Como es para viola, generalmente uno toca estas obras con piano, en recitales chiquitos, y esta era una gran oportunidad, porque la orquestación coincide con nuestra Orquesta Usach.

“Ungarese” es una alusión a Hungría. ¿Cómo se nota esto en la obra?

En esa época había un imaginario colectivo sobre la cultura gitana y de Oriente. No había internet, obviamente, y todo era boca a boca, entonces se exacerbaban estas cosas que parecían exóticas. Se exageraban a tal nivel, que distaban mucho de la realidad. En esta obra, por ejemplo, hay disonancias y medios tonos que ocupaban los gitanos, cosas de ese tipo, que eran poco usuales en la música de la época. Es como un gitano, pero con maquillaje europeo.

Técnicamente, ¿es difícil tocarla?

Tenía la percepción de que no, pero mientras más la estudiaba, decía: “¡¿En qué me metí?!” (risas). En lo personal, lo que estoy intentando es que se escuche lo que yo estoy pensando, lo que quiero que suene. Tener resueltas técnicamente las cosas es distinto que darle ese aliño y poner tu firma.

Es poco habitual escuchar en vivo obras para viola. En ese sentido, ¿qué significa para ti presentarla en este concierto?

Me siento orgullosa, es como marcar un precedente. En Chile, al menos, hay pocos conciertos de viola. Entregar música para viola, hacerla conocida y trabajar con tus colegas, en tu casa, es un privilegio. Me siento afortunada. Por eso mismo tomé la obra, porque es simbólico para mí, para la viola y para la gente. ¿Qué mejor que tocar una obra que se pensaba que era para fagot, que es muy hermosa, de un compositor increíble, de un periodo en que la viola tiene poco repertorio? Son muchas cosas.

Alejandra Tapia en un concierto con la Orquesta Usach. Foto: Mila Belén.

Generalmente, los intérpretes de viola son parte de orquestas y ensambles, no destacan como solistas…

Son de bajo perfil, ¿no? Aunque la viola es importante en la música de cámara y su función es riquísima…

Pero esto es distinto, ¿cómo lo vives?

Es desafiante, porque en tu formación te enfocas en aprender el instrumento para hacer música de cámara y ojalá ser jefe de fila en una orquesta, tocar tus cositas ahí… te preparas para eso. Para un músico convencional como yo, que no nací siendo solista, esto es una oportunidad.

Cuando empezaste en la música, ¿por qué elegiste la viola?

Yo soy de Peñaflor, pero iba al liceo en Talagante y en Cuarto Medio me di cuenta de que había una orquesta comunal ahí. Quise entrar, pero a la orquesta no le servía una persona de Cuarto Medio, porque se va muy pronto. Yo estaba enamorada del violín y quería tocar, pero estaba súper vieja, porque en el violín se comienza a los cinco, siete años… yo tenía 17. Como molesté tanto para entrar, empecé a ir a clases de teoría, me enseñaron a leer, y un día escuché un violín extraño… era el profesor de viola de esa orquesta, que estaba tocando. Me acerqué y le dije: “oh, qué lindo suena su violín”. “¿En serio te gusta?”, me preguntó. Me lo pasó para que lo probara y me encantó. “Qué rico este violín”, le respondía yo. Y ahí me dijo: “Te presento a la viola”. Claro, en mi época por lo menos, la viola era súper impopular, nadie quería tocarla. ¿Cómo hacía el profe para que tocaran los niños? ¡Tocaba!

Yo le expliqué que quería tocar violín y me dijo que fuera a pedir una viola, porque estaban ahí arrumbadas y me iban a pasar una de inmediato. Dicho y hecho. Estuve yendo como tres meses a los ensayos y, cuando el profe vio que tenía algunas condiciones y era perseverante, hizo que mi apoderado firmara un comodato y me la pude llevar a la casa. Al otro año ya estaba postulando a la Facultad de Artes de la Universidad de Chile.

¿Y cómo entraste a la Orquesta Usach?

Tuve a David del Pino como director en la Orquesta de la Facultad de Artes (OFA) y él siempre hablaba de la Usach. También llevó a algunos solistas a las clases y así la conocí, porque en ese momento solo sabía del Teatro Municipal y la Orquesta Sinfónica. Después empecé a venir a los conciertos, porque eran diferentes: conciertos de trompeta, los Brandenburgueses de Bach, cosas que no ves en las otras orquestas. Venía a ver a Syntagma Musicum también, porque me gustaba la música barroca. Hasta que hubo un concurso: al primero vine sola y lo perdí, quedó desierto, porque cometí errores. Nicolas Rauss era el director en ese momento y me dijo que lo hice bien, pero tenía que prepararme más. Al poco tiempo después hubo un segundo concurso, en el Teatro Aula Magna y ahí participaron más personas. ¡Y lo gané! No lo podía creer. Salí impactada. Hasta hoy, siento que fue uno de los días más felices de mi vida. 

 

Rodrigo Alarcón L.- 05/06/2023