En su debut con la Orquesta Usach, este miércoles 14 de agosto en el Teatro Aula Magna, la pianista tocará el Concierto Nº 20 de Mozart. En esta entrevista habla de su amor por esta obra, de su relación con Beethoven y de los casi diez años que lleva establecida en Alemania.
Chillán es la ciudad donde nació Claudio Arrau, el más célebre de los pianistas surgidos alguna vez en Chile, así que no parece extraño que alguien pueda encontrarse allí con un piano. Es lo que le sucedió a Daniela Saavedra, quien creció en la capital del Ñuble y precisamente allí tomó sus primeras lecciones de piano, con Elena Rodríguez. Años más tarde volvió a encontrarse con la figura del gran referente musical de la ciudad, cuando tocó junto a la orquesta del Museo Claudio Arrau, pero en realidad ha trazado su propio itinerario.
Luego de titularse en la Universidad de Chile, donde estuvo en la cátedra de Elisa Alsina, y ser parte de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil, en 2015 se estableció en Frankfurt, para estudiar en la Universidad de Música y Artes Escénicas de esa ciudad, ubicada en el centro de Alemania. Primero cursó un Magíster en Música de Cámara, bajo la guía de la pianista Angelika Merkle, y luego hizo otro para especializarse en pedagogía instrumental, con el pianista Axel Gremmelspacher.
Desde entonces ha desarrollado su carrera en Alemania, pero siempre en contacto con Chile. “Trabajo como profesora y como pianista, colaborando en proyectos. El año pasado estuve en uno súper interesante con una orquesta que se llama Bridges, que es multicultural en cuanto a instrumentación e integrantes, y me llamaron para tocar el Canto general de Mikis Theodorakis, con textos de Pablo Neruda”, relata. “También tengo un ensamble de música latinoamericana, que se llama Ensamble Canelazo y mezcla la música de cámara con la música tradicional, y con Karla Rodríguez tenemos un dúo de clarinete y piano, con el que ahora vamos a grabar obras de compositores y compositoras chilenas”.
En estos días, sin embargo, Daniela Saavedra está concentrada en otro repertorio. El próximo miércoles 14 de agosto (19:30 horas), en el Teatro Aula Magna Usach, tocará el Concierto para piano y orquesta Nº 20 en re menor, K. 466 de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791). Será su debut con la agrupación, en un programa dirigido por David del Pino Klinge, que también incluye música de Ottorino Respighi y Ludwig van Beethoven (1770-1827). Las entradas son gratuitas y se pueden descargar en Portaltickets.
“Es divertido, porque siempre quise tocar este concierto de Mozart. De hecho, me lo iba a estudiar en el contexto del magíster que estaba haciendo en ese momento”, dice Daniela Saavedra, en alusión al primer contacto que tuvo con la Orquesta Usach. La primera invitación para tocar en el Teatro Aula Magna la recibió en 2020, pero la pandemia acabó con esos planes.
Aunque en esa ocasión iba a abordar otra obra, las dos ideas quedaron rondando en su cabeza: estar en la Usach y tocar el Concierto Nº 20 de Mozart. Ahora, ambas se van a concretar en un mismo evento. “Siempre me quedé con la sensación de que quería tocar este concierto. Yo soy una pianista de mano pequeña y ciertos repertorios, como este, me van bastante bien. Esta era una de las obras que siempre había tenido ahí en el corazón, que esperaba hacer algún día, porque me encanta”, explica.
¿Cómo describes esta obra y qué te atrae de ella?
En palabras muy sencillas, para la mayoría de la gente, Mozart es un compositor muy alegre y cálido, con melodías pegajosas, que uno puede mantener en el oído por mucho tiempo. Este concierto muestra otra etapa del compositor y trae el nivel de drama que vemos en la ópera Don Giovanni y en el Réquiem. De hecho, tienen el mismo tono, el re menor. Es un drama muy fuerte e impactante, que viene a ser como un adelanto de lo que después fue Beethoven. Es como una puerta a cómo habría sido Mozart si no hubiera muerto tan joven. Para mí, eso es lo importante: se plasma todo este dramatismo, contrastado también con una parte muy lírica y bella del segundo movimiento. Pero incluso ese movimiento tiene un drama intermedio, que te dice “mira, este ya no es el joven Mozart, aquí están pasando otras cosas”. Yo he tocado el Concierto Nº 23, que es contemporáneo a este, pero es mucho más parecido a lo que más se conoce de Mozart: la melodía linda y organizada, todo en su lugar y todo lindo. Este es otra cosa. Es un Mozart bien maduro.
Más allá de esta obra específica, ¿qué aproximación tienes al repertorio de Mozart? ¿Es cercano para ti o tienes más familiaridad con otras músicas?
Yo veo todo tipo de repertorio. Soy apasionada por la música de cámara y por la época del Romanticismo. En el máster estuve con repertorio de Joseph Haydn, que me pareció súper interesante, con sonatas grandes. Hay que tratar de ver de todo un poco. También he hecho mucha música de cámara de Mozart. Toqué algunas sonatas y para mí fue muy importante aprender el Concierto Nº 23. En Chile trabajé mucho como pianista correpetidora y acompañé todos los conciertos de Mozart: de violín, corno, flauta, oboe, fagot, clarinete. Siempre estuve relacionada con los conciertos de otros instrumentos, entonces me siento cercana. Hay temas que vienen de otros conciertos también, armonías que se usan en Don Giovanni, es muy interesante.
En el programa también está la Séptima sinfonía de Beethoven, ¿cómo se van a relacionar ambas obras?
Esto es un spoiler, pero la cadencia del primer movimiento que voy a tocar, ¡es la de Beethoven! (risas). Para Mozart, el re menor tiene que haber sido un tono muy importante, para plasmar ese dolor y esa oscuridad, y el drama de ese re menor es como el drama del do menor en Beethoven, que está en la Quinta sinfonía, en el Concierto para piano Nº 3, en la obertura Coriolano, en las Variaciones… Me da un poco de risa que, en esa cadencia, Beethoven logra llegar al do menor. Es como si dijera “mira, empatizo con tu drama y lo tomo como mío, pero yo estoy en do menor”. Y luego vuelve al tono. Eso me parece muy interesante.
Por otro lado, Beethoven tocó muchas veces este concierto y creo que lo marcó bastante. Especialmente por la relación que tienen ambos compositores con la mano izquierda. Ambos eran zurdos y -en el piano- tienen la tendencia a cruzar mucho la mano izquierda sobre la derecha. Dejan una derecha virtuosa acompañando y una izquierda cantando arriba. Este concierto tiene un momento bien virtuoso que es así y Beethoven solía hacer mucho esas cosas.
Mozart era un virtuoso, ¿es difícil tocar este concierto?
Se considera como uno de los conciertos virtuosos, pero creo que lo más difícil es mantener la espontaneidad del momento. O sea, para que Mozart tenga vida, no puede sonar todo el tiempo igual. En cada repetición, uno tiene que representar esa vida. En el momento en que Mozart queda todo ordenadito, ya no tiene esa vitalidad.
Esto es algo que me gusta particularmente de hacerlo con la Orquesta Usach, porque tiene un grupo de vientos que no solo está con la orquesta, sino que también ha trabajado como grupo de cámara, y es un concierto que tiene mucho diálogo con los vientos. Hay muchas partes en que yo tengo que adaptarme a lo que vayan a decir. Ellos parten y yo les tengo que hacer la respuesta.
¿Qué valor tiene para ti este debut con la Orquesta Usach?
Bueno, yo iba a sus conciertos desde que era estudiante en la Chile y siempre los disfruté mucho. Tengo algunos programas en el recuerdo y en la orquesta tengo excompañeros de la universidad, gente con la que hice música linda. También he escuchado grabaciones de lo que hicieron en la pandemia, que me pareció súper interesante, y escuché un vinilo con un cuarteto de cuerdas de un compositor que me encantó, que es Claudio Pérez Llaiquel. Además, uno ve que no es simplemente una orquesta, sino que tiene un equipo que trabaja en conjunto y se van potenciando. Eso me llama mucho la atención. Por otra parte, que los conciertos sean gratuitos también tiene otro valor en cuanto a la divulgación, porque llega a muchas personas. Eso me parece súper lindo.
Rodrigo Alarcón L. – 05/08/2024