El director titular de la Orquesta Usach anticipa los detalles de la temporada 2024, que tendrá el célebre ciclo sinfónico como uno de sus ejes. Además, profundiza en los 13 programas que ofrecerá el elenco, que incluyen cuatro estrenos de música chilena y una decena de solistas invitados, entre otras novedades.
En 2023, David del Pino Klinge (Lima, 1959) volvió a asumir la dirección de la Orquesta Usach, que había conducido hace más de una década. Nuevamente desde ese rol, por estos días inicia la segunda temporada de esta nueva etapa: este miércoles 20 de marzo (19:30 hrs.) conducirá el primer concierto del año en el Teatro Aula Magna Usach, en un evento que también incluye al Coro Sinfónico Usach.
Un estreno del compositor chileno Miguel Farías, una obra de Wolfgang Amadeus Mozart y la Sinfonía Nº 1 de Ludwig van Beethoven contempla el primero de los 13 programas que la Orquesta Usach ofrecerá en su tradicional escenario, algunos de los cuales también presentará en comunas como La Florida y La Pintana.
Beethoven, precisamente, será uno de los nombres permanentes en esa programación, porque el elenco abordará sus nueve sinfonías a lo largo del año. Seis serán dirigidas por el propio titular de la Orquesta Usach, y el ciclo también contempla a tres directores invitados: el brasileño Tobías Volkmann, el suizo Emmanuel Siffert y el chileno Javier Álvarez Fuentes, quien está avecindado en Alemania.
La temporada 2024 también contempla el estreno de cuatro obras de compositores chilenos, la musicalización en vivo de películas de cine mudo y diez solistas, para dar forma a un repertorio que contempla autores como Johannes Brahms, Claude Debussy, Robert Schumann, Felix Mendelssohn y Ottorino Respighi.
En esta entrevista, David del Pino Klinge explica cuál fue la motivación para programar todas las sinfonías de Beethoven y profundiza en los detalles de toda la temporada.
“Con la Orquesta Usach decidimos hacer un homenaje a Beethoven que dure tres años para rehacer la frustración de 2020, que era el año de Beethoven por los 250 años de su natalicio, pero todo se cayó con la pandemia. Comenzamos en 2023 con el ciclo de los cinco conciertos para piano, que tuvo mucho éxito artístico y excelentes solistas, y ahora viene lo más monumental, que son las nueve sinfonías. En 2025 vienen las últimas obras monumentales, que no se tocan frecuentemente, como la Missa Solemnis, el Concierto para violín, el Triple concierto y el estreno en Chile del Concierto para violín en la versión de piano y orquesta que escribió el mismo Beethoven”.
“Supongo que después la Orquesta Usach no volverá a tocar Beethoven durante un buen tiempo, pero está bien. Estoy muy orgulloso de ser el incentivador de este homenaje, porque en Latinoamérica no se ha hecho esto de repartir la obra en tres años”.
¿Por qué es importante para ti que la Orquesta Usach toque las nueve sinfonías en una sola temporada?
Cuando tocan lo que llaman el “Novenario”, todas las orquestas sienten que están interpretando un monumento a la música. Además, las sinfonías de Beethoven tienen ese número simbólico, porque muchos compositores no pasaron de la novena sinfonía. Es como una cifra mágica. En el caso de Beethoven, cada sinfonía es un universo diferente. Yo he invitado a tres directores a compartir algunas de las sinfonías en esta temporada, algo que nunca haría con las cuatro sinfonías de Johannes Brahms, por ejemplo.
¿Por qué?
Porque Brahms compuso su primera sinfonía cuando tenía más de 40 años y un suculento catálogo de obras completamente maduradas y refinadas, entonces su primera sinfonía ya es la perfección total. Las cuatro sinfonías son idénticas en el nivel de madurez, los detalles y balances de la orquesta son impecables, entonces no se puede tocar nada. En las sinfonías de Beethoven sí puedes, entonces es indispensable que un director aplique su concepto a la interpretación. Beethoven va creciendo con sus sinfonías.
¿Es mejor que haya distintos directores?
No es mejor, simplemente no es grave. Al contrario, puede ser hasta interesante porque no necesariamente hay una unidad. Vas desarrollándote con la vida de Beethoven y su crecimiento artístico. En nuestra temporada, el maestro Tobías Volkmann quiso hacer la “Pastoral” y el maestro Emmanuel Siffert me dijo que le gustaba mucho la Cuarta. A Javier Álvarez Fuentes, el único director chileno invitado, que es alumno mío, preferí encargarle la Octava no porque sea fácil, sino porque es más breve y un carácter juvenil y temperamental le viene muy bien. El resto de las sinfonías las dirigiré yo.
Has dirigido mucha música de Beethoven. ¿Es de tus compositores predilectos, ¿no?
Beethoven no puede no ser la Biblia de los directores de orquesta. Cualquiera que diga que no le gusta… es muy ignorante o muy necio. Cada sinfonía va agregando más desafíos técnicos a la carrera del director. Por ejemplo, mira la Primera sinfonía: tiene la estructura que dejó Joseph Haydn, pero comienzan las novedades. Todas las sinfonías comenzaban con el famoso acorde de tónica, pero Beethoven comienza con una sensible, que para el público general es como preguntar para dónde voy. ¡Y tres veces! Hasta que en el cuarto compás te dice que estamos en la tonalidad de Do. Otra sorpresa es el espíritu bromista del último movimiento, uno de los más chistosos y coquetos de la música, que comienza primero con dos notas, cuatro, cinco… poco a poco. El público de la época tiene que haberse preguntado qué estaba haciendo. Él se toma tiempo entre cada frase y cuando termina la escala, que es un chiste, desarrolla la sinfonía. A partir de ahí, en cada obra aparecen elementos nuevos y cada vez hay más dificultades para la orquesta. Bueno, habría que hablar obra por obra, pero todo eso hace que las sinfonías de Beethoven sean una Biblia para un director y para una orquesta.
Eso que explicas es desde el punto de vista del intérprete. Desde el público, ¿por qué te interesa tanto que se programe Beethoven?
Bueno, si ves mis programaciones en otras orquestas, incluso en la Orquesta Usach antes, aparece siempre pero no tanto…
¿Y por qué ahora sí?
Por el homenaje de 2020. Eso se frustró, así que propuse esto a la comisión artística de la Orquesta Usach y hubo acuerdo, pero estoy seguro de que en 2015 y 2016 habrá una pausa. Ahora, para toda orquesta profesional es un reto poner las nueve de Beethoven en su temporada. Las grandes orquestas lo hacen cada 10 ó 15 años. Es como una tradición.
Más allá de Beethoven, ¿qué destacas de la temporada 2024?
La Segunda sinfonía de Brahms, que por primera vez va a ser tocada por la Orquesta Usach. Brahms sí es uno de mis cuatro compositores favoritos, sin duda alguna, con Igor Stravinsky, Maurice Ravel y Béla Bartók. Estoy convencido de que tocar Brahms abre el universo a ciertas sonoridades que normalmente no se llevan a la práctica. No tiene que ver con el tamaño de la orquesta, sino con el tipo de toque. Es un compositor romántico, apasionado, inspirado, pero genialmente contenido. Interpretarlo es muy difícil. Mi mamá sabía mucho de Brahms y decía que hay una diferencia muy pequeña entre conmoverte y aburrirse con él. Todo es muy bello, pero si no pones la intensidad correcta… Si quieres exageración, matas la música; y si lo haces demasiado delicado, también matas la música.
También se va a tocar música de Rosamunda, de Franz Schubert.
Me encanta y hace años que no dirijo eso. La música de Schubert es tan inspirada y delicada, pero posiblemente el estilo se vuelve un poco rutinario, entonces hay que tener cuidado de no exagerar. Vamos a tocar la obertura original de la música incidental y cuatro fragmentos. Schubert escribió otra obertura más grande y larga que se llama Rosamunda, pero decidí programar la original para que tenga lógica con lo que viene después. Son dos episodios orquestales de una belleza maravillosa, el intermezzo y dos coros.
¿Qué otro compositor destacarías?
El programa que hará el maestro Nicolas Rauss es muy bonito, con música francesa, y va a combinar muy bien con la proyección de la película La pequeña vendedora de fósforos. Está muy bien conceptuada la música en relación al espectáculo visual. Jorge Pepi-Alos es un compositor sólido, así que definitivamente va a ser un programa importante.
También destaco a los solistas de la orquesta. El primer programa, por ejemplo, en que Oriana Silva y Priscilla Valenzuela -nuestra concertino y la primera viola- tocan la Sinfonía concertante de Mozart. O el último, en que la primera cello, María Gabriela Olivares, va a tocar el concierto de Robert Schumann, que hace tiempo no se hace…
Y vienen solistas chilenos invitados: la pianista Daniela Saavedra, el violinista Gustavo Vergara y el guitarrista Sebastián Montes.
Todos súper talentosos. Daniela Saavedra vive en Alemania y ya ha tocado acá. Fue una propuesta de la comisión y va a hacer el bellísimo Concierto Nº 20 de Mozart. Gustavo Vergara es un habitual en nuestra orquesta y con él tengo una relación muy parecida a la que tengo con Sebastián Montes, dos grandes amigos chilenos que hacen muy importante carrera en Alemania. Sebastián viene con la misión de grabar y casi estrenar una obra muy poco tocada, que es el concierto de Gabriel Matthey. Además, ese día se estrena el oratorio de Tomás Brantmayer basado en Edgar Allan Poe, que es uno de los puntos fuertes del año.
Que la Orquesta Usach privilegie a sus propios solistas, ¿es una decisión editorial, es un tema de presupuesto?
Ambas cosas. La clave es traer solistas de calidad, más allá de su fama. El ambiente musical de Chile no es huérfano en nombres importantes en violín, cello, piano o canto. Es bastante generoso y hay que aprovecharlo. Por eso siempre voy a insistir para que las personas que vengan de afuera sean chilenos. Nos traen su experiencia, los proyectamos y también es bueno saber que triunfan en otros lados. Creo que es parte de nuestra misión. El problema sería traicionar la calidad por intereses de otro tipo. No hay ningún concierto de la Usach que no tenga solistas que respondan con calidad y emoción y con un público agradecido.
Rodrigo Alarcón L. – 18/03/2024