El director argentino debuta en Chile este miércoles 11 de octubre, con un concierto en que la Orquesta Usach interpretará la Sinfonía “Trágica” del compositor austriaco y el Concierto para piano Nº 2 de Ludwig van Beethoven.
El próximo miércoles 11 de octubre será la primera vez que Javier Mas (Buenos Aires, 1986) se parará frente a una orquesta y dirigirá un concierto más allá de las fronteras de Argentina. Formado como pianista y trompetista, tiene experiencia tocando en diversas ciudades trasandinas y en países como Estados Unidos e Italia, pero nunca hasta ahora ha subido al podio en otro país.
Ese día lo hará con la Orquesta Usach, a la que conducirá en un programa que comenzará con el Concierto para piano Nº 2 de Ludwig van Beethoven (1770-1827) y la Sinfonía Nº 4 “Trágica” de Franz Schubert (1797-1828). Las entradas son gratuitas y se encuentran en la plataforma Portaltickets. “Estoy muy entusiasmado”, dice. “Me han hablado muy bien de la Orquesta Usach y me han contado maravillas del Teatro Aula Magna, así que tengo muchas ganas de conocer la sala”.
Actual director titular de la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario, Mas antes ocupó ese mismo puesto en la Sinfónica de Mar del Plata y la Sinfónica Municipal de Tres de Febrero. Como invitado ha trabajado con más de una docena de agrupaciones argentinas, entre las que se cuentan la Sinfónica Nacional, la Sinfónica de Salta, la Sinfónica de la Universidad Nacional de Cuyo y la Filarmónica de Mendoza. En ese recorrido ha llegado a salas como el Teatro Colón, la Usina del Arte y el Centro Cultural Kirchner, y esa experiencia se suma a su bagaje como solista en piano y como trompetista, que lo ha llevado a tocar con la Filarmónica de Buenos Aires y la Sinfónica Nacional. En paralelo, es docente del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y del Conservatorio de Música de la Ciudad de Buenos Aires Astor Piazzolla.
Convocado por la Usach para un programa que ya tenía definido entre su repertorio el Concierto Nº 2 de Beethoven, Mas propuso completar el programa con la Cuarta de Schubert, uno de sus compositores predilectos: “Siento una identificación bastante fuerte con su música, ya sea dirigiendo o tocando”, explica. “He hecho bastante música de cámara de él como pianista y mi tesis en la universidad se basó en una obra de él. Como director he hecho varias sinfonías, la Tercera, Quinta, Sexta, Séptima y Novena, y me pareció que esta era una buena oportunidad para hacer la Cuarta”.
Considerando esa experiencia, ¿qué distingue a esta sinfonía de Schubert?
Es una obra bastante particular dentro de su corpus sinfónico, porque marca un corte con las primeras tres sinfonías, que se relacionan más con su periodo de adolescencia. La Cuarta es más madura, tiene el subtítulo de “Trágica” y es la primera que está en modo menor. Salvo la Sinfonía Nº 8, la “Incompleta”, el resto están en modo mayor, entonces aquí hay una cuestión con el color tonal y el tipo de temas que la hacen bastante particular.
Más allá de esta sinfonía, ¿por qué te identificas con la música de Schubert?
Hay una manera que él tiene de manejar las líneas melódicas y una sutileza de la armonía… Daniel Barenboim siempre dice que Schubert hace las cosas sugeridas o insinuantes, pero rara vez es determinante. En eso radica su riqueza y la dificultad a la hora de interpretarlo. No es un compositor extrovertido, como podría ser Beethoven, o eminentemente teatral como Mozart. Es decir, se maneja en un reino de la sutileza, de los pequeños cambios de color y armonía. Eso me resulta muy lindo.
En esta ocasión también vas a dirigir el Concierto para piano Nº 2 de Beethoven. ¿Qué relación tienes con esta obra?
He dirigido todos los conciertos para piano de Beethoven y como pianista toqué el primero, el tercero y el Triple concierto para violín, violoncello y piano. Este concierto tiene el espíritu de Haydn y Mozart, cuando Beethoven llega a Viena por primera vez. Es música muy chispeante, con un segundo movimiento fantástico, y tiene ese toque de humor y vivacidad más típico de esos representantes de la escuela vienesa. En el primero (que en realidad es el segundo que compuso) y en el tercero ya está más presente la veta beethoveniana, la cuestión más heroica.
¿Hay elementos en común entre estas obras de Beethoven y Schubert o el programa funcionará como un contraste entre ambas?
Primero, tienen a Viena como ciudad que acoge a los dos compositores, hay un lenguaje común. Schubert era un gran admirador de Beethoven. De una u otra manera, siempre se sintió un poco a su sombra, porque su música tiene un carácter mucho más introvertido. A la vez, creo que esta cuestión del humor y lo chispeante del concierto para piano contrasta con el carácter trágico de la sinfonía. Es decir, funcionan como complemento. No es que sean estéticas similares, una cuestión monográfica, ni tampoco que haya un contraste absoluto. Se complementan de manera interesante.
Beethoven y Schubert eran bastante jóvenes cuando escribieron estas obras. ¿Se puede considerar que son obras de juventud?
Schubert la escribió cuando tenía 19 años, pero esta ya es su cuarta sinfonía y hay una maestría en el uso de la orquesta y el desarrollo de los temas, entonces uno no puede decir que es una sinfonía de juventud o de un aprendiz. Ya está en un periodo intermedio, ¡y tenía 19 años! Es tremendo. Él murió a los 31, entonces ya había transcurrido más de la mitad de su vida.
Beethoven tuvo una vida más larga. En la época que llegó a Viena todavía era joven, pero más grande que Schubert. Él no tuvo la precocidad de Mozart o Schubert, tuvo un desarrollo diferente, con una historia personal muy complicada. Sus primeras obras tienen esta mezcla de vivacidad y humor que viene de Haydn, pero a la vez tienen una poesía muy grande y franca, que es la que está en el segundo movimiento de este concierto y en los movimientos lentos de sus piezas de cámara. Su música toma otro color y calibre con el pasar de los años, pero este concierto pertenece a un primer periodo donde se ve lo que pasaba en Viena y la influencia de sus maestros, con la genialidad y maestría de un gran compositor. No son obras de estudio, pero se ve esa influencia en el carácter.
Beethoven cambió para siempre el género de la sinfonía. ¿Se nota su influencia en la “Trágica” de Schubert?
No, pero es por una cuestión de carácter. Pensemos que las últimas obras de Schubert son contemporáneas a la Novena de Beethoven. Todo pasa al mismo tiempo. Son obras de madurez en la vida de ambos, pero son muy diferentes. Creo que esa diferencia habla de la habilidad que tenían para traducir su personalidad y su alma, por decirlo de alguna manera, en lo que escribieron. Por algo son grandes compositores y sus obras son tan imperecederas. Han pasado 200 años y las seguimos tocando, escuchando y disfrutando porque son francas acerca del carácter de ellos. Ningún otro compositor podría haber escrito la Novena de Beethoven. Lo mismo ocurre con la Novena de Schubert, la “Grande”, que considero su obra más acabada dentro de lo sinfónico. Ahí están sus voces tan particulares.
Rodrigo Alarcón L. – XX/10/2023