El trompetista actuará como solista en el programa que la Orquesta Usach ofrece este martes 30 de abril en el Teatro Aula Magna. En esta entrevista habla de la obra de Johann Nepomuk Hummel que interpretará y repasa una trayectoria que ha recorrido los caminos del jazz, el pop, el hip-hop y el bolero, entre otros géneros.

Mauricio Castillo. Foto: Sergio López Isla.

Tocar como solista es un ejercicio que Mauricio Castillo (Los Ángeles, 1977) ha abordado de manera permanente. Tiene su propio conteo: “He tenido la experiencia de tocar con orquestas 19 veces. Esta será la numero 20”, advierte sin ambages en la víspera de una actuación que nuevamente lo tendrá al frente de la Orquesta Usach, después de cinco años.

Este martes 30 de abril (19:30 horas) en el Teatro Aula Magna Usach, Castillo abordará el Concierto para trompeta de Johann Nepomuk Hummel (1778-1837), en un programa que también contempla la Sinfonía Nº 4 de Ludwig van Beethoven (1770-1827) y será dirigido por el suizo Emmanuel Siffert. Las entradas son gratuitas y se encuentran en Portaltickets.

“Tocar como solista es una meta que uno se pone y la Orquesta Usach te da esta posibilidad. Es una gran cosa, porque es un privilegio que te acompañe una orquesta. Además, sin duda que el Teatro Aula Magna es una de las salas de más bella acústica. Esa es otra motivación para tocar”, explica.

“También he meditado que yo le hago clases a niños y es súper bueno que vean a su profesor en el escenario, es necesario mostrarles el ejemplo real y concreto. Que salgan del aula y vean a su profesor ahí, en ese momento, también es una motivación para mí”, añade.

Formado en la Universidad de Chile e integrante de la Orquesta Usach desde 2009, ha colaborado -como solista o no- junto a gran parte de las orquestas activas en Chile. Estuvo una década en la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil y ha sido invitado a la Orquesta de Cámara, la Sinfónica Nacional y la Filarmónica de Santiago, además de numerosas agrupaciones en ciudades como Antofagasta, La Serena, Concepción, Talca y Punta Arenas. También ha sido parte del Ensamble Musical del Teatro Panguipulli, ha grabado con el Ensamble de Percusiones Usach y ha ofrecido clases para la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles (FOJI).

En esta entrevista, Mauricio Castillo habla de su nuevo desafío como solista junto a la Orquesta Usach, de sus inicios en una banda escolar y de su afición por múltiples géneros, desde el jazz y el bolero al hip-hop y la salsa.

¿Por qué consideras que tocar como solista es una meta?

Porque requiere estar listo técnicamente y llegar bien al concierto. Significa haber investigado sobre la obra, resolver los pasajes técnicos y tener suficiente tranquilidad para disfrutar ese momento del concierto. Creo que esa es una meta. Además, con los años vas madurando tu interpretación y el concierto que tocaste hace diez años ya no es el mismo. Ahora tiene todo tu conocimiento y experiencia de vida, además del manejo y control del instrumento. Uno puede enfrentar el concierto con más recursos y tranquilidad.

Este concierto de Hummel ya lo tocaste con la Orquesta Usach, ¿por eso quisiste hacerlo de nuevo?

Yo venía saliendo de un accidente y no lo disfruté mucho cuando toqué la vez anterior, pero tengo un espíritu aguerrido y le echo para adelante no más con todo. Si uno tiene la oportunidad de volver a tocar los conciertos, es un privilegio. Como te decía, uno puede darles otra interpretación. Puedes tocar los pasajes con otro sentimiento, tu sentir va cambiando con los años, entonces la obra es distinta.

¿Cómo describes esta obra de Hummel?

Yo digo que es como viajar en el tiempo, así que invito a la gente a que se transporte al 1700, al 1800. Esta música te lleva a esa época, justo cuando cambió la mecánica del instrumento, que pasó de la trompeta natural a tener pistones. Es un concierto que marca la historia del instrumento, porque su construcción se modifica y tiene más recursos.

Esa también es una motivación para tocar como solista: uno investiga a los compositores y el pasado del instrumento. A mí me encanta. De hecho, ahora estoy investigando con caracolas de mar, que son los orígenes de la trompeta, y siempre trato de meter los caracoles en los conciertos que hago. Ya lo hice en las obras que tocamos con Marcelo Stuardo.

Considerando que es una obra tradicional del repertorio para trompeta, ¿cómo trabajas tu propia versión?

Hay millones de versiones, así que busco acercarme estilísticamente al sonido clásico de la trompeta. Me puse a escuchar a diferentes trompetistas: Timofei Dokschitzer, Adolf Scherbaum, Wynton Marsalis, Edward Tarr, Manuel Blanco… cuando escuchas interpretaciones de otros trompetistas, al final uno agarra lo mejor de todas esas versiones y crea la propia. Te paras delante del escenario para dar tu versión, pero siempre bajo los puntos estilísticos escritos en la partitura.

¿A eso te refieres con el sonido “clásico”?

El sonido de la época, mejor dicho. Es como una entonación lírica. Cuando toco trompeta, busco el sonido de un cantante lírico, eso pasa en mi mente. Me imagino a un cantante lírico tocando esta música y eso lo transmito a través de la trompeta. 

 

“No estaba tan perdido”

Además de su trabajo permanente con la Orquesta Usach, Mauricio Castillo colabora regularmente con múltiples artistas de música popular. Fue parte de la banda del último Festival de Viña del Mar y ha grabado y actuado en vivo con cantantes como Ana Tijoux y Mon Laferte, con emblemas como Los Jaivas e Inti-Illimani, con intérpretes avezados como Los Crack del Puerto y Los Andes Big Band y con figuras actuales del jazz, como el trombonista Alfredo Tauber y el saxofonista Andrés Pérez.

“Me gusta viajar entre estilos. Hoy estoy tocando este concierto de trompeta, pero también me gusta el jazz, los boleros, las cuecas. Es un desafío y requiere mucho trabajo, pero es entretenido ser versátil”, asegura.

¿Hay puntos en común entre esta obra de Hummel y esas otras músicas?

Lo común es que Hummel fue la música de su época. El arte de esa época está súper marcado en la pintura, en la música, en la arquitectura. La música que hacemos actualmente tiene que ver con nuestra época. Por eso recalco que tocar un concierto del 1700 es como meterte en esa época.

¿Siempre te interesó tocar distintos géneros?

Sí, lo desarrollé en los años 90 y fui súper criticado. En esa época me llevé algunos retos por esto de tener una doble vida con la música. O sea, terminar la clase en la Facultad de Artes y después irme al Club de Jazz. Yo fui uno de los primeros rebeldes. Ahora todo el mundo lo hace, pero saben que yo era un incomprendido en esa época.

¿Qué te decían en ese tiempo?

La escuela tradicional decía que tenías que cuidar la postura, el sonido… es que para un trompetista es difícil tocar salsa y tocar una sinfonía después. Muy pocos lo logran. A mí me cuesta mucho, pero lo he logrado con estudio, después de 20 años. Seguramente, en esa época me costaba y por eso me retaban. Después me di cuenta que no estaba tan perdido.

 

¿Qué te atrajo de esos otros géneros?

Cuando sales del colegio, te dicen que tienes que ir a la universidad. Cuando llegas a la universidad, te enseñan música clásica. Yo entendía que esa era la base técnica del instrumento, pero algo no me calzaba, porque no estaban esos arreglos de jazz de Glenn Miller o Louis Armstrong. Yo comencé en la banda instrumental de un internado y crecí con arreglos de big band: Cole Porter, Glenn Miller, Tommy Dorsey. De repente llegas al Conservatorio y no hay nada de tus orígenes. Uno está ahí uno, dos, tres, cuatro años… pero te llama la big band y el jazz, que es lo espontáneo. La improvisación es genial. La alegría de los músicos de jazz es distinta. Me gustaba ese mundo y me iba al Club de Jazz. Al otro día volvía con el labio un poco resentido, pero eso lo puedo manejar ahora. En esos años alucinaba haciendo las dos cosas.

¿Qué te atrajo de la trompeta?

Llegué por la música que daban en la tele. Las bandas sonoras de los dibujos animados tenían tremendos arreglos de big band: Star Wars, Los Picapiedras, Don Gato. Yo veía Pipiripao, con Roberto Nicolini, y toco trompeta por Tom & Jerry. Esas bandas sonoras eran geniales.

¿Y cómo comenzaste a tocar?

Una banda de la Ciudad del Niño fue a tocar a mi colegio y quedé alucinado. Nunca había visto niños tocando instrumentos y pensé que yo quería eso. Le pedí a mis padres que me internaran, a los 13 años. Insistí mucho, hasta que lo logré, y ahí me pasaron un instrumento. Me cambió la vida y fui muy feliz. También tuve que vivir cosas difíciles, pero las superé. El colegio era un internado mixto, dentro de la Ciudad del Niño, y era un súper buen modelo, con canchas, parques y talleres. Yo me interné para estar en esa banda que había ido a mi colegio y lo logré. Ahí aprendí a tocar la trompeta, fue una historia súper linda.

Rodrigo Alarcón L. – 29/04/2024