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Coro Madrigalista Usach
Fundado en 1980, el Coro Madrigalista Usach es un conjunto profesional que busca rescatar y acercar a la comunidad universitaria el legado de la música coral, desde la época renacentista hasta la contemporánea.
Está catalogado entre las agrupaciones vocales más prestigiosas de Chile. Su labor permanente incluye presentaciones en las temporadas de conciertos de la Usach y colaboraciones con el grupo Syntagma Musicum, el Coro Sinfónico y la Orquesta Clásica de la misma Universidad de Santiago de Chile (Usach).
A lo largo de su historia ha realizado un interesante trabajo en el rescate y difusión de la música renacentista, barroca y colonial americana, haciendo presentaciones en los Encuentros Musicales de Semana Santa de la Pontificia Universidad Católica de Chile, los Ciclos de Música de Cámara del Centro Cultural Montecarmelo, los Conciertos Corales del Grupo Cámara Chile en el Teatro Municipal, las Temporadas Musicales de Villarrica y el Festival Internacional de Coros de Guayaquil, Ecuador.
Actualmente, es integrado por doce cantantes y su director es Rodrigo Díaz Riquelme. Bajo su conducción, recientemente ha publicado los discos Fuga por el derecho de vivir en paz / Manifiesto y Destinos vencen finezas (2022), ambos en colaboración con Syntagma Musicum Usach. En el segundo caso, se trata de una zarzuela del compositor español Juan de Navas, cuyo estreno absoluto en tiempos modernos se produjo en el XVI Festival Internacional de Música Antigua (FIMA).
Editorial
La voz humana es el instrumento musical más antiguo y se ha definido como ideal -y a veces exclusivo- para expresar sentimientos religiosos. Por su parte, el motete nos relaciona automáticamente con la música sacra. Ningún género puede presumir de una historia de más de ocho siglos en este ámbito, que se extiende por igual en el catolicismo y el protestantismo. Originada en el siglo XIII, la creación de motetes nunca ha cesado y siempre ha estado presente en el imaginario y la práctica de los músicos. Bajo la única denominación de motete se esconden, sin embargo, formas con características diversas. Esta antología recorre su rica trayectoria, desde los anónimos compositores de la llamada Escuela de Notre-Dame hasta Arvo Pärt, pasando por el esplendor de la polifonía renacentista de Dufay o Victoria, la grandiosidad de los barrocos Monteverdi y Bach, la genialidad y simpleza de Mozart y las grandes realizaciones de Bruckner, Duruflé y Biebl. Después de más de dos años sin realizar un concierto presencial propio, el Coro Madrigalista Usach ha querido presentar un repertorio profundo, lleno de historia, misticismo y esperanza para estos nuevos tiempos.
Rodrigo Díaz Riquelme
Director del Coro Madrigalista Usach
Programa
Anónimo Escuela Notre Dame (S. XIII)
Dominator-Ecce-Domino
Guillaume Dufay (1397-1474)
Nuper rosarum flores
Tomás Luis de Victoria (c.1548-1611)
O magnum mysterium
Claudio Monteverdi (1567-1643)
Confitebor terzo
Johann Sebastian Bach (1685-1750)
Lobet den Herrn, alle Heiden, BWV 230
Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791)
Ave verum corpus, K. 618
Anton Bruckner (1824-1896)
Os justi WAB 30
Maurice Duruflé (1902-1986)
Ubi caritas
Arvo Pärt (1935)
Da pacem Domine
Franz Biebl (1906-2001)
Ave Maria (Angelus Domini)
Coro Madrigalista Usach
Carolina Muñoz, Fanny Becerra y Valeria Severino: sopranos
Elena Pérez, Nedda Cifuentes y Solange Orellana: contraltos
Claudio Contreras, Ricardo Gálvez y Cristián Navarrete: tenores
Nelson Durán, Leonardo Aguilar y José Tomás Guzmán: bajos
Pedro Urrutia: órgano
Fernando Mansilla: cello barroco
Rodrigo Díaz: dirección
Notas del programa
Hay pocas cosas tan impresionantes como el canto mancomunado. Puede ser el canto de una agrupación, de una familia, de una congregación, de un pueblo. Se junta la voluntad, la convicción, la creencia, la fe, el entendimiento, las voluntades… y eso que ni siquiera llegamos aún a referirnos al trabajo musical y técnico de quienes compusieron la música y quienes la interpretan. Es un producto profundamente humano, que suma lo inmediatamente natural y orgánico como la voz, con el artificio artesanal y artístico de las artes. Por eso no es de extrañar que si una agrupación vocal quiere hacer un repaso de los siglos se encuentre con gran cantidad de ejemplos y repertorio para elegir: los instrumentos han cambiado, la escritura musical ha variado, los estilos han estado en boga y envejecido, pero el soporte físico de la voz sigue igual desde hace decenas de miles de años.
En particular, el presente programa aborda casi diez siglos del motete. ¿Qué es un motete? Básicamente un texto al que se le ha puesto música para cantar. Esa simpleza ha sido su carta de supervivencia. Ya sea en latín o en lengua vernácula, podrá ser polifónico o solista, generalmente sin acompañamiento instrumental y asociado a lo sacro cristiano. Sus primeros ejemplos aparecen a comienzos del siglo XIII y los últimos propiamente tales cerrarán el siglo XVIII, aunque, como se dijo, su espíritu nos puede sobrevolar hasta el presente. Veamos los ejemplos del concierto de hoy.
Se inicia con un ejemplo medieval anónimo de la famosa escuela de Notre Dame. Aquí el trabajo polifónico del canto llano como base para otra melodía paralela es de una pulcritud acorde con la fe que quiere transmitir. Cerrando la Edad Media le sigue una obra de Guillaume Dufay, uno de los compositores más prolíficos de su momento, exclusivamente vocal, y que da carta de superioridad al motete de escuela Franco Flamenca por sobre todo el resto de Europa e impone lo que será el nuevo estilo: Ars Nova. La serenidad y exactitud de la polifonía del Renacimiento la dará un ejemplo de Tomás Luis de Victoria, uno de los más insignes compositores españoles de todos los tiempos y esta obra dedicada al nacimiento de Jesús. El puente hacia el Barroco está representado por Claudio Monteverdi, el Divino Claudio, que en su puesto de maestro de capilla de la Catedral de San Marco se encarga de la música religiosa de su tiempo, rinde homenaje a la gran tradición renacentista policoral de Venecia y aporta sus propios aspectos escénicos o espaciales con la mezcla de solo y tutti. Ejemplos del siglo XVIII hay dos, y muy célebres: Lobet den Herrn, alle Heiden de Bach mantiene la tradición del uso del continuo y un trabajo contrapuntístico férreo: Dios es belleza y orden y una alabanza hacia él debe ser igual. El Ave verum corpus mozartiano es conocido por casi todo coreuta; es difícil imaginar tanta diáfana belleza y simpleza, a la par que sapiencia musical. Nos saltamos un siglo casi completo y llegamos a Anton Bruckner: su imponente trabajo de sinfonista y su devoción por la música de Wagner a veces opaca su labor de organista y piadoso cristiano; vaya este motete a capella de 1879 para regocijar el alma y cerrar el mil ochocientos con el obligado “aleluya”. El siglo XX tiene en Duruflé un compositor eminente; la a primera vista simpleza de su breve Ubi caritas esconde un cuidado trabajo armónico y un acabado conocimiento del canto coral, además de una fe sin ostentación. Al igual que en Arvo Pärt, cerrando y abriendo siglos: admirado compositor coral, su Da pacem domine (2004) trabaja el texto como si se tratara de manchas de luz y sombra, creando una atmósfera suspendida. Finalmente, el Ave María de Franz Biebl que, con su alternancia de canto llano heredado del Medioevo y alternancia coral armónica del siglo XX, es el mejor ejemplo para cerrar estos saludables siglos de música vocal a capella que presenta el Coro Madrigalista de la Universidad de Santiago de Chile.
Gonzalo Cuadra
Músico e investigador