El director venezolano vuelve a encontrarse con la Orquesta Usach para un concierto que se realizará este miércoles 15 de noviembre (19:30 hrs.) en el Teatro Aula Magna y estará centrado en la Sinfonía Nº 40 del compositor nacido en Salzburgo. En esta entrevista habla de su devoción por las orquestas de cámara y anticipa detalles del programa, que también incluye obras de Giuseppe Torelli y el chileno Jorge Pacheco.

Rodolfo Saglimbeni. Foto: Enrique Barrera.

No es azaroso que la última vez que Rodolfo Saglimbeni (Barquisimeto, 1962) fue invitado a dirigir a la Orquesta Usach, el concierto haya acabado con una sinfonía de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791): fue en la temporada 2016 y el programa finalizó con la Sinfonía N° 29, en La mayor.

Siete años más tarde, el actual director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile volverá al Teatro Aula Magna para conducir a la Orquesta Usach y ahora terminará con una de las creaciones más populares del compositor nacido en Salzburgo: la Sinfonía Nº 40 en Sol menor.

Será este miércoles 15 de noviembre, desde las 19:30 horas, y el programa se iniciará con el Concierto en Re mayor para trompeta, cuerdas y continuo, del compositor italiano Giuseppe Torelli (1658-1709), y seguirá con el estreno de la Fantasía para viola y orquesta del chileno Jorge Pacheco (1982) (entradas y más detalles acá).

Es evidente que Mozart es un compositor predilecto del director venezolano, pero también hay otro elemento que lo ha llevado en diversas ocasiones a trabajar con la Orquesta Usach: “He estado en varias oportunidades, sobre todo antes de estar ligado a la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, y venía especialmente para acá. Siempre me llamó la atención, porque me gusta muchísimo el formato de orquesta de cámara y tienen algo de primer orden, que es su sala de conciertos: la madera, la forma, la sonoridad que produce. He venido como público a sus conciertos y cuando trabajo es realmente una bendición, porque no es fácil conseguir una sala donde la música se escuche bien”.

¿Qué le atrae del formato de orquesta de cámara?

He sido un privilegiado en la vida. Llevo alrededor de 40 años trabajando como director de orquesta. La vida me fue llevando desde mi ciudad natal en la provincia, Barquisimeto, siempre trabajando en el formato de orquesta grande, como ejecutante y luego como director. Logré ir a estudiar a la Real Academia de Música de Inglaterra, la escuela de música más antigua de toda Europa, y todo el enfoque fue hacia la gran ópera y las obras grandes: sinfonías de Beethoven, Mahler, Brahms. Uno creció con todo eso y, siendo joven, trata de dirigir ese repertorio. Sigo teniendo la oportunidad de trabajar obras grandes, pero uno también comienza a redescubrir ciertas cosas. La música te llama de vuelta. Cuando has hecho ese camino tan largo, regresas a los clásicos con la madurez que necesitas. Esta semana yo tendré la oportunidad de hacer esa fantástica sinfonía que es la número 40 y a veces digo, un poco en broma, que Mozart es Dios y los demás son todos compositores.

El formato de orquesta de cámara tiene una capacidad de hacer música muy fina. Es un formato manejable, hermoso, cercano. Un poco en serio y un poco en broma, yo digo que si me ponen una sinfonía de Mahler y una de Mozart, escogería la de Mozart. Claro, varias veces he hecho sinfonías de Mahler y las amo, pero lo cristalino de esta música, su perfección y simetría es fantástica. Si uno da un paso adelante y empieza a buscar el arte a través de la perfección y la simetría, encuentra la razón de lo que hacemos.

Como público, muchas veces uno se impresiona con lo grandioso de una orquesta. Esto es todo lo contrario…

Te lo pongo de esta forma: saliendo de Venezuela tuve la oportunidad de ir a Nueva York, vi los edificios y todo era big, todo era fantástico. Ahora tengo una hija estudiando en Boston y cuando voy me molesta precisamente que todo es fantástico y todo es big. ¡Quiero que sea pequeño! Que sea manejable, íntimo y cercano. En la música, no todo es grande y masivo.Como todo en la vida, se puede tener intimidad. 

En pandemia redescubrí compositores como Haydn, a los que me acerqué muchísimo de nuevo. Lo mismo me pasó con Schumann, y su segunda sinfonía es fantástica porque su origen es Bach. Es decir, uno avanza y empieza a ver las cosas en retrospectiva. Alguien me dijo que cuando llegas a Bach ya no hay vuelta para ninguna parte, te das cuenta de que ahí está el origen de todo lo que hacemos.

Rodolfo Saglimbeni. Foto: Juan Pablo Garretón.

¿Por qué propuso específicamente la Sinfonía Nº 40 de Mozart para este concierto? Podría haber sido otra de sus sinfonías, con características similares…

Mozart tiene 41 sinfonías y todas son fantásticas, así que esa no es la razón. Hay cosas impresionantes en el mundo mozartiano. Escribió las sinfonías 39, 40 y 41 en un periodo muy corto y te preguntas cómo esta persona hizo eso en tan poco tiempo. Luego ves los manuscritos y te das cuenta que escribe casi sin errores. En un momento sin luz eléctrica, en que todo es una vela, un pote de tinta y una pluma. No hay un computador con copy paste.

En el caso de la Sinfonía Nº 40, la estructura es de una música clásica que mira hacia el futuro. A través de Haydn y Mozart, ves cómo luego existe un Beethoven, por la forma en que construye sus desarrollos, contrapuntos y fugas. Otro elemento interesante es cómo Mozart hizo dos versiones de la sinfonía, porque en la segunda añade dos clarinetes a los oboes, fagotes, cornos y la flauta. No es que simplemente agregue dos clarinetes, él rehace realmente todos los vientos con el clarinete, que en ese momento no se consideraba un instrumento sinfónico, era un eventual invitado en algunos momentos.

En cuanto a la estructura, una sinfonía debía empezar con un gran acorde, con una gran cosa, pero la número 40 empieza con una melodía realmente apasionante, que tiene su origen en la ópera: en Las bodas de Fígaro hay una melodía que tiene la misma estructura rítmica e interválica que el inicio de esta sinfonía. Si no viene de ahí, estaba en el inconsciente del compositor. El minueto, como en Haydn también, ya empieza a sonar como scherzo beethoveniano. Y el final tiene una audacia armónica… un compositor como Arnold Schoenberg, que llevó la tonalidad hasta los confines, rompió con eso y creó la atonalidad y el dodecafonismo, en su libro de armonía analiza el último movimiento de esta sinfonía y lo hace ver como un ejemplo de atonalidad. O sea, Mozart es visionario. ¿Lo hizo conscientemente? Seguro que no, pero a los terrícolas nos toca entender esa genialidad y sacar conclusiones.

Ah, y hay otra cosa más: junto con la Sinfonía Nº 25 es el único ejemplo en que Mozart escribe para cuatro cornos, todo el resto es para dos cornos. Es algo experimental, que hace ver que la música va hacia adelante. Eso después se estableció con Beethoven y Brahms. Estos compositores tienen eso, utilizan un modelo y rompen las reglas.

 

Este concierto se iniciará con una obra barroca de Torelli, seguirá con un estreno del compositor chileno Jorge Pacheco y finalizará con la sinfonía de Mozart. ¿Es difícil para un director manejar esos tres lenguajes en un mismo programa?

Pudimos haber tocado una obertura y un concierto de Mozart y hacer un programa dedicado a él, hubiera sido lo normal y habría quedado hermoso, pero cuando rompes las reglas es cuando exploras un poco. No debe ser difícil, incluso para una persona que escucha por primera vez, notar que la esencia de ese Barroco de Torelli es la base del Clásico de Mozart. La Fantasía del maestro Pacheco presenta un lenguaje diferente con un instrumento que no es común, como la viola, y ahí hay un elemento de avanzada como lo utilizó Mozart. Estrenar una obra siempre es un reto interesante y en este caso no solo es una obra orquestal, sino que una obra muy bien escrita. Uno se da cuenta que Jorge Pacheco conoce la orquesta, tiene oficio, y además amplía el espectro de la música para viola.

¿Entonces no es tan distinto?

Son tres cosas diferentes, pero se hilvanan de alguna manera. No es que la música se parezca, sino cómo lo pensaron los compositores. Hay una Sinfonía Nº 40 porque hubo una 39. Si vas a la primera sinfonía de Mozart, es un jovencito tratando de escribir y desemboca en todo esto. Son más de 600 obras en menos de 35 años. A veces pienso que Mozart era un salón donde había una gran franquicia de compositores, todos con una peluca tipo Mozart. Es muy enigmático. Es superior.

Rodrigo Alarcón L. – 13/11/2023