El director del Coro Madrigalista Usach anticipa detalles del programa que la agrupación realizará el miércoles 3 de agosto, dedicado a motetes de compositores como Dufay, Bach, Bruckner y Pärt. El concierto se realizará en el Teatro Aula Magna Usach y la entrada es gratuita.

Rodrigo Díaz dirigiendo al Coro Madrigalista Usach en un concierto televisado durante la pandemia. Foto: Gary Go.

 

Después de una extensa pausa, el Coro Madrigalista Usach volverá a tener un concierto propio en el Teatro Aula Magna: será el próximo miércoles 3 de agosto (19:30 hrs.), con entrada gratuita, previa inscripción en este formulario. Si bien el elenco participó del estreno de la zarzuela Destinos vencen finezas, en el XVI Festival Internacional de Música Antigua (FIMA) realizado en abril pasado, desde la temporada 2019 que no ofrecen un concierto con estas características. 

Por eso, la presentación tendrá un sabor especial. “Hay una gran alegría por volver a los escenarios, porque es el contexto de todos los músicos”, valora Rodrigo Díaz, director del conjunto, que en los dos años anteriores solo pudo realizar actuaciones televisadas. “Una grabación es interesante, pero los cantantes tienen un vínculo especial con el público”, subraya.

Ese vínculo se renovará con un programa titulado Antología del motete, desde el siglo XIII al siglo XXI, que avanzará cronológicamente en torno a esa forma musical. Comenzará con una pieza de un autor anónimo de la Escuela de Notre Dame, fechada en el siglo XIII, y continuará con otras nueve obras de compositores que representan diversos periodos: Guillaume Dufay (1397-1474), Tomás Luis de Victoria (c.1548-1611), Claudio Monteverdi (1567-1643), Johann Sebastian Bach (1685-1750), Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), Anton Bruckner (1824-1896), Maurice Duruflé (1902-1986), Arvo Pärt (1935) y Franz Biebl (1906-2002).

“El motete es el género musical polifónico más antiguo, quizás más que la misa. Antes existía el canto gregoriano, que era monódico y se considera como el canto oficial de la Iglesia Católica”, explica Rodrigo Díaz. “En el siglo XII y XIII, en la Escuela de Notre-Dame, en París, se empezó a experimentar a través del órganum, como se le llamaba. Es un canto gregoriano al que se añadía otra línea melódica y así empezó a existir la polifonía”.

Junto a Syntagma Musicum, el Coro Madrigalista presentó “Destinos vencen finezas” en el XVI FIMA. Foto: Gary Go.

 

¿Cómo aparece la denominación de motete?

Motete viene del término mot, que es “palabra” en francés. Pasó que se empezaron a intercalar textos dentro de estos cantos gregorianos, que eran la base. Incluso podía haber dos textos. En el siglo XIV se introdujeron textos en otros idiomas y hasta hubo un periodo con textos profanos. Sobre ese canto gregoriano se empezaron a escribir motetes en el siglo XIII.

Más allá de ese origen, ¿cómo se define el motete en épocas posteriores?

Motete es una forma polifónica de música religiosa que cruza la Iglesia Católica y el protestantismo. Su origen es el siglo XIII y su apogeo es el Renacimiento. Generalmente no es largo, es una unidad, y la mayoría de las veces tiene un texto religioso, pero no está dentro del ordinario de la misa. Por ejemplo, hay textos que se realizan para una ceremonia. Nuper rosarum flores, uno de los motetes que interpretaremos en el concierto, se hizo especialmente para la consagración de la Catedral de Santa María del Fiore de Florencia, cuando se inauguró la cúpula que hizo el famoso arquitecto Filippo Brunelleschi. Se le encargó a Guillaume Dufay y en el texto se nombran las cualidades de la iglesia, incluso se nombra al Papa. También ocurría que los motetes eran muy famosos y se hacían misas sobre ellos, que es lo que pasó con el motete que vamos a abordar de Tomás Luis de Victoria, O magnum mysterium, que habla de una festividad de Navidad.

Musicalmente, ¿cómo cambia a lo largo del tiempo?

Los compositores siempre han estado interesados en hacer motetes, porque -a diferencia de otras formas más estructuradas, como la misa- es flexible y permite experimentar. En el Renacimiento ya fue uno de los principales géneros de música sacra, esa fue la etapa de oro: Palestrina, Tomás Luis de Victoria, todos los grandes polifonistas. En el Barroco, con otro lenguaje, hay compositores importantes como el mismo Johann Sebastian Bach, y hay compositores posteriores que han tenido un lenguaje más moderno. En el Romanticismo, por ejemplo, se produjo una vuelta atrás, se recuperó a Palestrina y hay un compositor como Bruckner que hizo más de 40 motetes. Él era organista de una iglesia, estudió a estos polifonistas y tiene algo del contrapunto y la polifonía antigua. 

 

¿Cuál fue la motivación para abordar este repertorio con el Coro Madrigalista Usach?

No es algo tan habitual, porque abarcar ocho siglos es un desafío vocal. También quise hacerlo como algo educativo, para que el público vea el contexto y desarrollo del motete. También quise involucrar motetes que tuvieran cierta historia detrás, como el de Dufay. En general, son obras conocidas dentro de la historia de la música, como ocurre con el de Mozart o el de Tomás Luis de Victoria. Es interesante hacer un panorama histórico desde el punto de vista pedagógico y para mostrar que la voz humana es quizás el único instrumento que se ha mantenido por siglos, a diferencia de otros instrumentos.

Técnicamente, ¿qué dificultades tiene esta música?

Salvo algunos, todos los motetes son complicados, no son para un coro amateur. Para cantarlos hay que ser profesionales por la técnica, la afinación y la lectura. O magnum mysterium de Tomás Luis de Victoria, por ejemplo, es difícil porque hay que adecuar la técnica a un sonido renacentista. 

¿Cómo funciona eso, cada periodo tiene una técnica específica?

Los cantantes tienen que cambiar un poco la colocación de la voz. En el Renacimiento, por ejemplo, no se usa nada de vibrato, porque las consonancias tienen que tener cierta estabilidad. En el Romanticismo no es así. Es lo mismo que pasa con los violines de una orquesta. En el contrapunto del Renacimiento uno también espera que haya más claridad, que se note cada detalle, como el arroz graneado. En cambio, en el Romanticismo es como una pasta, no está esa cosa transparente del Renacimiento. Cada estilo tiene su propia impronta y las voces tienen que ir adaptándose a eso.

 

Entrada gratuita, previa inscripción acá.