El director brasileño regresa a Chile para conducir el concierto que la Orquesta Usach ofrecerá este miércoles 19 de junio, en el Teatro Aula Magna. El programa incluye un estreno del compositor chileno Christian Vásquez y la Sinfonía Nº 6 de Ludwig van Beethoven.

Foto: tobiasvolkmann.com.

Mendoza, Sao Paulo y Río de Janeiro son ciudades que se intercalan sin pausa en la agenda de Tobías Volkmann (Porto Alegre, 1977). Director artístico de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Nacional de Cuyo, la Sinfónica de la Universidad de Sao Paulo y la Rio Villarmônica, su día a día transcurre entre los diversos paisajes, climas y acentos que se encuentran en cada una de esas ciudades de Argentina y Brasil.

Constantemente, esa tríada de lugares y orquestas suma otras coordenadas, porque Volkmann también es invitado a conducir en otros escenarios. Hace pocas semanas dirigió a la Filarmónica de Buenos Aires, en el Teatro Colón, y luego volvió al Municipal de Río de Janeiro -donde fue titular por varios años- para hacer diez funciones del ballet El lago de los cisnes.

En los últimos años, Santiago también ha sido parte de ese recorrido. El próximo miércoles 19 de junio (19:30) la Orquesta Usach y el Teatro Aula Magna acogerán por tercera vez al director brasileño, para un programa que contempla el estreno de una obra comisionada al compositor chileno Christian Vásquez (1969) y la interpretación de la Sinfonía Nº 6 de Ludwig van Beethoven (1770-1827), conocida como “Pastoral” (detalles y entradas gratuitas aquí).

“Estoy trabajando con dos orquestas universitarias que son parecidas a la Usach, en el sentido de que están bajo el paraguas de una universidad pública. En Mendoza realmente es una sinfónica completa y en Sao Paulo es una orquesta de un número más cercano a la Usach”, explica Volkmann desde la ciudad argentina, en una pausa de su trabajo con la Sinfónica de la UNCuyo.

Aunque la tercera orquesta es la más nueva, seguramente es la que tiene un lugar más especial entre sus afectos: nacida en enero de 2022 en Río de Janeiro, la Río Villarmônica luce con especial orgullo su origen en la “Cidade Maravilhosa”. “El nombre tiene una dosis de humor carioca, porque es un juego de palabras entre (Heitor) Villa-Lobos y Filarmónica. En vez de llamarla Orquesta Villa-Lobos o Filarmónica Villa-Lobos, por ejemplo, se llama Rio Villarmônica”, dice.

Y hay más señas de identidad singulares: es una orquesta que suele tocar con chinelos, como dirían en Río de Janeiro, o en chalas, como se diría en Chile. “Nació en una mesa de un bar de Copacabana y nuestro primer concierto fue en la Ciudad de las Artes, en Barra de Tijuca, cuando se conmemoraron cien años de la Semana de Arte Moderno de Brasil, en la cual Villa-Lobos fue el gran personaje musical. En esa semana él dirigió de frac, pero usó una sandalia en un pie. En ese entonces se tomó como una actitud provocativa y él se excusó diciendo que tenía una herida y no podía usar zapatos. Bueno, esa historia se volvió un poco mítica, folclórica, así que en nuestro concierto de estreno tocamos con sandalias. Con ropa negra, pero en sandalias, muy cariocas. Fue un chiste, pero eso generó una expectativa. Ahora es la orquesta que toca en sandalias cuando toca Villa-Lobos. O sea, casi siempre en sandalias. El espíritu de Río”, se ríe Volkmann.

 

¿Tocan en un lugar específico? ¿Cómo funcionan?

Tocamos en los principales espacios de Río. El viernes 14, justamente, tenemos nuestro estreno en el Teatro Municipal. Es una orquesta creada por tres amigos y por músicos, colegas y amigos, y está muy identificada con Río de Janeiro, con nuestra cultura y vida musical y con nuestro gran compositor, Heitor Villa-Lobos.

Nació después de la pandemia, con todo el aprendizaje de lo que pasó a las entidades culturales, músicos y orquestas, así que busca comunicarse con su público de una manera menos formal. Más que en el repertorio, su innovación está en la comunicación, en quebrar la cuarta pared y en encontrar algo de dramaturgia para los conciertos. Busca formar público nuevo, pero con estrategias distintas al rock sinfónico, las colaboraciones con artistas populares o la música de películas y videojuegos, cosas que se han hecho en otras instituciones. Acá la estrategia es siempre tener algo que las personas ya reconocen desde las películas, la publicidad, la radio… algo que sientan que conocen.

¿Qué significa volver a dirigir a la Orquesta Usach y qué expectativa tienes del concierto?

Es una orquesta que me gusta muchísimo. Antes que todo, tiene una atmósfera de trabajo muy positiva, propositiva, musical y artísticamente hablando. Ya he venido dos veces antes y me siento muy cómodo, he hecho amigos. Además, me encanta trabajar en el Teatro Aula Magna. No solo por la acústica, sino porque el lugar tiene algo lindo.

En cuanto al repertorio que voy a dirigir, la orquesta lo hace muy bien. Ya hicimos una sinfonía de Schubert y el Triple concierto de Beethoven, con María Gabriela Olivares y Oriana Silva, solistas de la orquesta, y la última vez hicimos una sinfonía de Mozart. O sea, es una orquesta que para este repertorio clásico tiene buenos hábitos y toca con placer. Tengo mucha expectativa por la “Pastoral”, porque me encanta y estoy seguro de que va a sonar linda con la Orquesta Usach.

¿Qué relación tienes con esta sinfonía?

La he dirigido tres veces y no es fácil. Es una obra de inspiración programática, algo que no era usual en Beethoven, y técnicamente tiene sus dificultades, especialmente en el segundo movimiento. Ahí, la escena en el riachuelo es larga, pero tiene mucha delicadeza. El pulso de la tormenta también tiene mucho contraste, pero está tan perfectamente bien compuesta, que siempre es una alegría dirigirla. Estoy muy ansioso por compartir mi perspectiva con la Orquesta Usach.

 

¿Qué lugar ocupa la “Pastoral” entre las nueve sinfonías de Beethoven?

He dirigido todas y es interesante ver cómo la Sexta está entre dos sinfonías del estilo heroico de Beethoven, la Quinta y especialmente la Séptima, muy heroica en su final y su música de revolución francesa. La Quinta también tiene este impulso de composición que imprime todo un pensamiento musical para el futuro, con otro cuarto movimiento en ese estilo heroico marcado. En el medio, la Sexta es una sinfonía de paisajes, pastoral y de otro mundo en términos de colores. Todas son perfectas, pero la Sexta se destaca por este carácter distinto en términos melódicos y por tener una relación programática. Parece un descanso del propio compositor, en su trayectoria heroica.

¿Por qué no es fácil interpretarla?

Justamente, porque sale de esta línea del periodo heroico de Beethoven, porque esta inquietud plena del hombre y este idealismo insatisfecho de Beethoven no está en esta obra. Por más que tengamos la tempestad en el cuarto movimiento, es una obra que parece venir de un compositor feliz y realizado, que no está en conflicto interno. Por lo que se ha estudiado, sabemos que Beethoven era un hombre muy conflictuado internamente, que lidiaba con fantasmas y sufrimientos; ser sordo, sus conflictos familiares, sus desilusiones afectivas, su incapacidad para relacionarse socialmente. O sea, era un hombre que tenía muchas dificultades con el mundo en el cual vivía, pero esta sinfonía no es clara al reflejar esa dificultad. Por eso es un poco enigmática y para interpretarla hay que dejar la visión de un Beethoven en conflicto interno y externo constante.

Es una cara diferente de Beethoven…

Exactamente, parece la obra de un hombre que encontró uno de los pocos momentos de paz en su vida.

Lo curioso es que la compuso casi al mismo tiempo que la Quinta, que tiene esos otros elementos.

Y eso la hace difícil. Es más fácil interpretar la Quinta sinfonía, la Séptima, la Obertura Egmont, todo eso.

La “Pastoral” es una de las sinfonías más conocidas de Beethoven y existen muchas versiones grabadas. ¿Cómo te enfrentas a eso? ¿Buscas algo que distinga tu interpretación?

Yo tengo un idioma musical muy propio. Estudié con un maestro fantástico, Ronald Zollman, que fue alumno privado por cuatro años de Nadia Boulanger. Tengo una formación indirecta, pero de fuente primaria, de Nadia Boulanger. Además, mi origen es de cantante lírico, trabajé en teatro y estuve mucho sobre el escenario. Mi esposa es diseñadora de vestuario y escenografía. Es decir, el espectáculo está muy presente en mi vida y la personalidad artística, el lenguaje propio, es algo que siempre busqué desarrollar.

Lo que busco es una relación humana, interpretativa, donde tengo mi voz, a partir de un enorme respeto por lo que ofrece el texto musical. No me preocupo mucho de otras versiones, tampoco de diferenciarme de lo que se hizo antes. Todas las artes hablan de lo humano y es ahí donde busco la referencia para interpretar la música, a partir de todo el conocimiento que tengo de estilo, compositores, historia, armonía, dramaturgia, retórica… Es una búsqueda personal: encontrar mi voz, a partir de lo que ofrece la partitura.

Este programa se inicia con el estreno absoluto de KA-325, de Christian Vásquez. ¿Se podrán relacionar, de alguna manera, obras que son muy distintas?

Son radicalmente distintas. La relación que voy a proponer al público es la escucha de algo nuevo. Incluso para Beethoven, que no es nada nuevo. O sea, tener una escucha activa y participativa. En el caso de Vásquez, se va a escuchar por primera vez una música de una estética totalmente opuesta, donde la experiencia musical está directamente relacionada con la experiencia del sonido. Lo que voy a proponer es que se escuche una obra que ya se conoce, como la “Pastoral”, a partir de esta misma experiencia del sonido, que es muy importante para mí. Soy muy cuidadoso con el sonido orquestal, el sonido como nuestra manifestación más potente, entonces una manera de establecer una experiencia para el público es justamente que Beethoven se escuche a partir de una experiencia acústica, fenomenológica, sin lenguaje o sin programa.

Cuando hablas de la experiencia del sonido, te refieres al concepto musical de color, ¿no?

Exactamente. Así como mi voz o la tuya son inmediatamente identificables y puedes saber quién está hablando, en este caso es el sonido de la Orquesta Usach o el de Tobías Volkmann con la Orquesta Usach.

Rodrigo Alarcón L. – 12/06/2024