La violinista de origen bielorruso actúa como solista en los próximos conciertos de la Orquesta Usach, en los que abordará Introducción y rondó caprichoso de Camille Saint-Saëns. Acá comenta esa obra y habla de los once años que lleva viviendo en Chile, un país del que no sabía nada hasta que aterrizó en Santiago.

Ulyana Stsishankova. Foto: Gary Go.

Entre 2011 y 2013, Ulyana Stsishankova (Mogilev, Bielorrusia, 1988) fue violinista de la Orquesta Sinfónica de Rusia, bajo la dirección de Vladimir Jurowsky. Con esa agrupación no solo tocó en Moscú, sino que también realizó giras por otras ciudades de Rusia y por rincones de Alemania, España e incluso Japón. Ahí llegó gracias a una formación que se inició en su ciudad natal, al este de Bielorrusia, y que continuó en el Conservatorio Estatal de Moscú Piotr Ilich Tchaikovsky.

Hace poco más de una década, sin embargo, ese recorrido tomó un rumbo muy distinto. Sin saber prácticamente nada del país, Ulyana Stsishankova se estableció en Chile y se integró casi de inmediato a la Orquesta Usach. Con esta agrupación, ahora tocará la Introducción y rondó caprichoso de Camille Saint-Saëns (1835-1921), en dos conciertos gratuitos que se podrán escuchar esta semana: el martes 14 (19:00 horas) en el Teatro Municipal de La Florida y el miércoles 15 de mayo (19:30 horas) en el Teatro Aula Magna Usach. El segundo, además, será transmitido en vivo a través de la señal FM y el canal de Youtube de Radio Usach.

“Tocar como solista siempre es un desafío. Para mí, además, es una experiencia diferente. La única vez que lo hice fue con la Orquesta Usach, en 2019, y fue inolvidable. En ese momento estaba embarazada de mi segundo hijo, que ahora tiene cuatro años y medio, así que fue doblemente emocionante”, recuerda la violinista, que el año pasado ya tuvo la nacionalidad chilena.

En esa ocasión inolvidable tocó el Concierto Nº 2 de Serguéi Prokófiev (1891-1953), bajo la conducción de un David del Pino Klinge que entonces actuó como director invitado. Ahora como titular, su batuta liderará un programa que también contempla la Pavana de Gabriel Fauré (1845-1924) y la Sinfonía Nº 2 de Ludwig van Beethoven (1770-1827).

“Si me preguntas qué me gusta tocar, es la música romántica”, dice Ulyana Stsishankova, en los minutos previos a uno de los ensayos para los conciertos. “En esta obra de Saint-Saëns, las emociones se muestran extrovertidamente, así que es más fácil que todas las personas, profesionales y no profesionales, puedan entenderla tal cual. No se esconde una sensación muy profunda, como en la música de Mahler o Shostakóvich, por ejemplo. Creo que el público percibe de inmediato todo lo que quiere decir el compositor”.

Profesora también en el Conservatorio de la Universidad Mayor, la violinista explica que Introducción y rondó caprichoso “es una pieza breve y virtuosa. Puedes escuchar motivos de flamenco, de fandango, algunas castañuelas incluso, porque fue dedicada y escrita al violinista español Pablo de Sarasate (1844-1908). No tenemos grabaciones de él, pero hay registro de que dejó una huella en compositores como Édouard Lalo, Max Bruch y el propio Saint-Saëns, y todas sus virtudes técnicas se reflejan en la obra. Influyó mucho en Saint-Saëns”.

“Podríamos decir que es como una música clásica pop, porque es muy conocida”, agrega. “Es un caleidoscopio de emociones, con diferentes variedades de la sensación de amor. Hay un motivo que puede mostrar un amor inocente, tierno y bonito, y en unos segundos crece y explota. Es muy bello”.

Ulyana Stsishankova actuó como solista en 2019. Foto: Gary Go.

¿Es difícil interpretarla?

Hay pasajes que uno tiene que trabajar minuciosamente para que salgan bien articulados, pero las técnicas de preparación son las mismas de cualquier obra. En general, es una pieza que tocas desde que eres joven, pero es como un libro que puedes leer en la niñez, la adultez o la vejez. Como tu percepción va a ser distinta, es bueno interpretarla con diferentes edades.

Considerando que siempre estás en la fila de violines, ¿qué significa dar este paso al frente?

Es una experiencia totalmente distinta. Toda mi vida me he dedicado a la música: a los tres años empecé a cantar en un coro y luego seguí tocando el instrumento. Siempre tuve la idea de tocar en una orquesta, pero ser solista es una experiencia que te sacude el cuerpo. Creo que estos sacudones nos hacen bien en la vida, en general.

¿Siempre quisiste ser parte de una orquesta?

Yo sabía que la carrera de solista era un sacrificio muy grande. Es muy pesado y creo que no me atreví a vivir esa experiencia. Quizás lo hubiera logrado, no lo sé, pero hubiera sido una vida completamente diferente. A mí me encanta la orquesta, me gusta tocar las obras grandes, sinfonías como la de Brahms que hicimos recientemente, que fue un desafío para todos y resultó bastante bien.

A eso te referías con tu gusto por el repertorio romántico…

Claro, las sinfonías de Brahms, Mahler, Rachmaninoff, Tchaikovsky, Shostakovich. Eso ya es el siglo XX, pero es esa sensación de ser como un tornillito dentro de una máquina grande que está funcionando. Es una sensación increíble.

Se piensa habitualmente que una violinista quiere destacar como solista, antes que ser parte de esa máquina…

En un momento de mi vida, eso también fue una pelea interna. Es verdad que se cree que todos los violinistas y pianistas quieren ser solistas, solistas, solistas… He tenido esa conversación dentro de mí y ahora entiendo que estuvo bien, porque es parte de decidir qué quieres hacer con tu vida, pero me encanta tocar en la orquesta. Lo paso muy bien y me representa. En estas pequeñas salidas como solista, quizás, sobresale ese otro yo.

Ulyana Stsishankova es parte de la Orquesta Usach desde 2013. Foto: Gary Go.

Entraste a la Orquesta Usach en 2013, ¿cómo llegaste a Chile?

No por trabajo, sino porque me casé con un chileno. No tuvo nada que ver con la música. Mi marido tenía un amigo que trabajaba en la Usach y él nos avisó que había un concurso para integrarse a la orquesta. Yo no conocía a ningún músico y ni siquiera sabía español, recién estaba en un curso. Me preparé, gané el concurso y empecé a trabajar. Fue todo muy rápido: había terminado la temporada de la Sinfónica de Rusia a fines de junio de 2013, llegué a Chile en agosto y ya estaba trabajando en octubre. También hice un par de programas como extra en la Orquesta Filarmónica de Santiago. Después empecé a trabajar en la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles (FOJI) y a enseñar en un colegio. Cuando aparecieron los hijos, uno por uno, tuve que ir soltando los trabajos y ahora estoy en la Orquesta Usach y como profesora en la Universidad Mayor.

Fue un cambio muy rápido, ¿cómo lo recuerdas?

Fue muy diferente, porque en la Sinfónica de Rusia trabajaba todo el día. Tenía doble ensayo y tres conciertos a la semana, con diferentes programas. Me encantaba. Después de los conciertos quedábamos llenos de energía, porque Vladímir Jurowski, que era un dios para mí, te inyectaba de energía durante el concierto. ¡Podríamos haber hecho dos conciertos más después de terminar! Fue una etapa que disfruté mucho.

Acá fue todo más calmado y yo empecé a vivir otra etapa también. Aparecieron los hijos, además, y fue diferente. Justamente, he estado reflexionando sobre todas esas etapas de mi vida, ahora que llevo más de diez años en Chile.

En términos personales o culturales, ¿te costó adaptarte a Chile?

Yo no conocía nada de Chile. Cuando llegué a vivir, fue la primera vez que pisé la tierra chilena. Desde antes sí me atraía España y el idioma, que encontraba muy bello como música, pero cuando llegué solo sabía decir “café con leche”, “por favor” y cosas muy puntuales. Esa fue una motivación para aprender el idioma y del país. Fue una aventura, pero no tuve tristeza. Estoy lejos de mi familia desde los 13 años, desde que estudiaba, y las distancias se han achicado gracias a la tecnología. Me faltaron los cercanos, pero acá nos hicimos amigos y entré a trabajar casi de inmediato, entonces no tuve tiempo para llorar o pensar qué hacía aquí. No me di cuenta y ya pasaron más de diez años, ¡no sé cómo detener el tiempo!


Rodrigo Alarcón L. – 13/05/2024