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Orquesta Clásica Usach

La Orquesta Clásica Usach es una agrupación de tipo sinfonietta que, desde su creación en 1982, ha llevado los diversos períodos de la música clásica a la maravillosa acústica del Teatro Aula Magna de la Universidad de Santiago, ubicada en las dependencias de la ex Escuela de Artes y Oficios, hoy Monumento Histórico Nacional. Todas sus actuaciones son de acceso gratuito y es la única orquesta profesional con sede y actuaciones permanentes en el sector poniente de Santiago.

Habitualmente, sus programas incluyen obras de compositores chilenos clásicos y contemporáneos, algunas de las cuales han sido registradas en discos que se han publicado en formato digital, vinilo y CD, a través del sello Aula Records. Entre sus títulos más recientes se encuentran El Húsar de la Muerte (2020), con música de Horacio Salinas para el clásico cinematográfico del mismo nombre; y Enrique Soro, el último de los románticos (2022), con obras de cámara del compositor chileno. Desde 2022 es dirigida artísticamente por David del Pino Klinge.


Editorial

Por David del Pino, director artístico de la Orquesta Clásica Usach

¡Bienvenidos a este nuevo concierto de la temporada 2022 de la Orquesta Clásica USACH!

Presentamos un programa con obras de dos «grandes» de la historia de la música: Ludwig van Beethoven y Richard Wagner. Ambos alemanes, sí, pero en las antípodas del lenguaje musical y con visiones muy diferentes respecto a la música, su temática y «voz» social.

De la bellísima obra de Wagner, cúspide de la expresividad romántica y lírica, pasamos a la solidez de la Cuarta Sinfonía de Beethoven. Muchas veces considerada una «bestia negra» en las programaciones sinfónicas, esto no se debe a falta de inspiración en su discurso y estructura musical. Al contrario, es una obra de profunda belleza y con un brío sin igual en la producción beethoveniana. Sin embargo, al estar precedida por la Tercera (la monumental «Heróica») y seguida por la famosa Quinta sinfonía, con frecuencia ha quedado -injustamente- relegada en las carteleras. Hoy la Cuarta es la protagonista, con todo su deslumbrante e inspirado material musical.

El maestro Lautaro Mura, talentoso director chileno de amplia formación, es nuestro invitado en el presente programa. Residente en Colonia, Alemania, y también fino compositor, posee un bien ganado prestigio en el mundo de la música contemporánea, habiendo estrenado una importante cantidad de obras europeas y latinoamericanas. Concretamente, el Kommas Ensemble, del que es director artístico, ha recibido numerosos reconocimientos por el altísimo nivel de sus ejecuciones.

Han pasado ya algunos años desde la última vez que Lautaro estuvo frente a los atriles de la USACH. Nos alegra extenderle una calurosa bienvenida. ¡Que disfruten del concierto!


Director invitado: Lautaro Mura

Lautaro Mura Fuentealba es fundador y director musical de los ensambles de música contemporánea Kommas Ensemble (Colonia, Alemania) y Broken Frames Syndicate (Frankfurt, Alemania). Ambos grupos destacan en la escena de la “Neue Musik” (Nueva Música) alemana por sus propuestas, que cuestionan y reflexionan sobre la situación sociopolítica de Europa y Sudamérica. 

A lo largo de su carrera, ha trabajado con orquestas y ensambles como Theater Bonn, Ensemble Modern, Württembergische Philharmonie Reutlingen, Ensemble New Babylon, Kollektiv 3:6 Köln y Vertixe Sonora, entre otros. Ha dirigido en festivales como Acht Brücken, Wittener Tage für Neue Musik, Bielefeld Festival, Klangspuren Schwaz o Gaudeamus Muziekweek y teatros como Philharmonie de Colonia, Tonhalle de Düsseldorf y Alte Oper Frankfurt. En Sudamérica, ha conducido orquestas y ensambles de Chile, Argentina, Perú y Venezuela.

A temprana edad inició su formación en piano y con 13 años ingresó a la carrera de Composición en la Universidad de Chile, estudiando primero con Juan Amenábar  y luego con Cirilo Vila, quién se convirtió en una figura esencial para su desarrollo. Paralelamente comenzó su camino en la dirección bajo la guía de David del Pino Klinge. A fines de 2013 se radicó en Colonia, Alemania, donde completó estudios de dirección orquestal, primero en la Robert Schumann Hochschule Düsseldorf, con el maestro Rüdiger Bohn, y después en la International Ensemble Modern Academy, en Frankfurt.

Ha obtenido el primer premio en la Graz International Conducting Competition & Masterclass 2014 (Austria), fue finalista en Atlantic Coast Orchestral Conducting Competition (Portugal) y semifinalista en la segunda edición del Città di Brescia Giancarlo Facchinetti Conducting Competition (Italia).


Programa

Richard Wagner (1813-1883)
Idilio de Sigfrido, WWV 103

Ludwig van Beethoven (1770-1827)
Sinfonía Nº 4 en Si bemol mayor, op. 60
– Adagio – Allegro vivace
– Adagio
– Allegro vivace – Trío. Un poco meno allegro
– Allegro ma non troppo


Notas del programa, por Gonzalo Cuadra

El siglo XIX trajo varias ideas frente a la música docta y frente a quienes la componían. La obra debía ser producto de una reflexión creadora, ojalá fuera de las exigencias del mercado y del mandato del gusto popular. El talento era único, no nacido de la imitación (lo que lo hacía imitable), y cada página escrita podía ser entendida en la medida que se conocía la biografía de quien la componía. Ah, otro punto no menor: la música docta era seria y la risa o el buen humor debían controlarse. Después de todo, ¿alguien imaginaba a Beethoven, a Brahms, a Wagner contando chistes o poniéndolos en música? Sin duda que hay bastante verdad, pero también algo de mito y exageración en lo que he dicho. Aunque los grandes compositores del siglo XIX preferían la seriedad, no estaban exentos de una maravillosa luminosidad si esto era requerido. El presente programa, por ejemplo, toma las dos figuras alemanas más importantes de inicios y fines del siglo XIX y las muestra en ese prisma.

Sigfrido era un nombre de vital importancia para Richard Wagner: así se llama su protagonista en la empresa operática más ambiciosa de todos los tiempos, El anillo del Nibelungo, y además -y por lo mismo- es el nombre del hijo primogénito que tuvo con Cósima Liszt. Wagner compuso básicamente óperas, pero éstas tienen un tejido sinfónico constante y están llenas de momentos orquestales que se lucen por sí solos. Tomando inspiración de motivos musicales de la tercera jornada de su Anillo, Sigfrido, que estaba componiendo en 1869, más los bosquejos de un cuarteto de cuerdas de 1864, Wagner compuso el Idilio de Sigfrido y se lo dio a Cosima como regalo en la Navidad de 1870. Su hijo Sigfrid había nacido ese mismo año. Fuera toda imagen habitual, tenemos a un Wagner tierno y enternecido, íntimo y sonriente, el mismo que bajo la línea melódica de la canción de cuna tocada por el oboe escribió, en el manuscrito, “duerme, bebé, duerme, en el jardín hay dos corderitos…”. Una pieza luminosa y optimista como el amanecer de su héroe.

¿Es difícil ser el hermano más simple entre dos tremendamente conocidos y comentados? Puede ser. Me lo pregunto con cierto humor frente a la Cuarta sinfonía de Beethoven, en medio de la monumental y rupturista Tercera y la celebérrima Quinta. De hecho, es una de las menos conocidas de ese Partenón musical que son sus nueve sinfonías. Escrita en 1806, consta de los cuatro movimientos habituales y se estrenó en 1807 en Viena, siendo muy bien recibida. ¿Quizá su entonces enamoramiento por la condesa Teresa de Brunswick sea un sabroso ingrediente para entender el impulso y brillo de esta obra? Berlioz dijo de su segundo movimiento que “sobrepasa todo aquello que la imaginación más ardiente podría alguna vez imaginar de ternura y pura voluptuosidad”. Sin duda, un punto medio entre la profundidad y solemnidad de su primero y la irrefrenable vitalidad del último.

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