El ex director artístico de la Orquesta Clásica Usach anticipa el concierto que encabezará este miércoles 23 de noviembre, con el estreno mundial del oratorio La rebelión del Nazareno, del compositor chileno René Silva. También abordará la Suite nocturna y fantástica de Enrique Soro, que se encargó de orquestar durante la pandemia.

Nicolas Rauss dirigiendo a la Orquesta Clásica Usach en 2019. Foto: Gary Go.

La última vez que Nicolas Rauss (Ginebra, 1960) dirigió oficialmente a la Orquesta Clásica Usach fue entre septiembre y octubre de 2020. Era una situación singular: en plena pandemia del Covid-19, condujo a un pequeño ensamble conformado por la agrupación para grabar la Historia del soldado del compositor ruso Igor Stravinsky (1882-1971), en una coproducción junto a la compañía Tryo Teatro Banda que fue emitida por televisión y difundida a través de internet. Fue, entonces, una actuación de butacas vacías, mascarillas y restricciones, despojada de la vibra que puede generar un concierto con público en las tribunas.

Rauss era entonces el director titular de la Orquesta Clásica Usach y dos años más tarde ha vuelto a ponerse al frente de la agrupación, pero muchas cosas han cambiado. Terminó su periodo y en 2023 asumirá en la Orquesta Sinfónica del Sodre, la principal en Uruguay. Las restricciones sanitarias se han aflojado y el público está de regreso en el Teatro Aula Magna Usach. Por cierto, en 2022 la Orquesta Clásica Usach ha vuelto a hacer presentaciones con su formación completa y con público al frente.

Sin embargo, hay asuntos pendientes que recién comienzan a resolverse. Por ejemplo, el estreno mundial de La rebelión del Nazareno, un oratorio para coro y orquesta que fue encargado por la Orquesta Clásica Usach al compositor chileno René Silva. La obra utiliza textos del poeta chilote Manuel Zúñiga, que en su libro Borradores del Nazareno (2014) se sitúa en la fiesta religiosa del Nazareno de Caguach, en Chiloé, y retrata a un Jesucristo que baja de la cruz para vivir como un ser humano común y corriente.

Programado para ese 2020, el estreno del oratorio quedó pendiente a causa de la pandemia y el confinamiento y recién se concretará dos años más tarde: será este miércoles 23 de noviembre (19:00 hrs.) en el mismo Teatro Aula Magna Usach, con la actuación de la Orquesta Clásica y el Coro Sinfónico Usach, bajo la dirección de un Nicolas Rauss que ahora llega como director invitado. El programa también contempla la Suite nocturna y fantástica del compositor chileno Enrique Soro (1884-1954), que el propio Rauss orquestó durante los meses de paralización. La entrada es gratuita, previo canje en este enlace.

“El término que mejor describe el cierre de mi período frente a la Orquesta Clásica Usach -lo digo con una pizca de humor- es el de evaporación. Ves una gota de agua en la mesa y al rato, sin saber bien porqué, no está más, se ha evaporado. Así fue mi salida; prevista un año y medio antes de su fecha, coincidió con el centro de la pandemia; a su término, ya no estaba el director en su lugar”, recuerda Nicolas Rauss en la víspera del concierto.

“Volver a la Usach para este programa quizás no sea del todo una vuelta, sino la posibilidad de completar una labor que quedó en suspenso. Reencontrarse con todas las personas que en este programa están involucradas podría significar, supondría, una cosquilla al alma”, añade.

Nicolas Rauss y René Silva en 2017: la Orquesta Clásica Usach estrenó ese año la obra Ocultaron las estrellas, pero quedan las estelas… (del cielo azul). Foto: Álvaro Hoppe.

La rebelión del Nazareno fue un encargo de la Orquesta Clásica Usach para René Silva, durante tu periodo como director artístico. ¿Qué te llamó la atención de la historia?

A los compositores de nuestros tiempos se les encarga generalmente obras breves, salvo contadas excepciones, como El Cristo de Elqui, de Miguel Farías. ¿A qué se debe? No lo quiero tratar acá, pero sí recuerdo que luego de haber dirigido una breve y contemplativa obra de René Silva y de haber asistido a ensayos y funciones de su ópera para niños La Malén, noté que él juntaba ciertos rasgos de escritura contemporánea con giros melódicos emparentados con los de Violeta Parra y Víctor Jara. Se lo comenté y René respondió que no le salía conscientemente, que debía tenerlos integrados en su universo cultural. Creí que esta suma de particularidades era una señal para proponerle la composición de una obra de más amplia duración, para coro y orquesta, un oratorio chileno nuevo. Cuando se lo ofrecí, él ya sabía sobre qué texto iba a trabajar. Su respuesta fue inmediata.

En tu periodo con la Orquesta Clásica Usach hiciste énfasis en la música chilena, estrenando música contemporánea e interpretando repertorio más antiguo. ¿Crees que el estreno de una obra tan relacionada con la identidad local se enmarca dentro de esa misma labor?

En La rebelión del Nazareno, Manuel Zúñiga y René Silva quisieron acercarse lo más posible a la identidad de la gente de Chiloé. Sospecho que la identidad chilena, vista como algo general, es bien distinta. Es decir, no hay que esperar la gran obra nacional vocal: René ha hecho una obra discreta, poética, sobre textos de los que se enamoró. Ha buscado hacer algo sencillo -en el más respetuoso sentido- tal como lo es la sencillez de la gente de la isla. No será un oratorio grandioso ni majestuoso, salvo quizás sus últimos compases. Será sobre todo un relato íntimo, poético, vocal más que orquestal, de los poemas de Manuel Zúñiga. Será quizás la discreta rebelión del mismo René Silva, contra la gran tradición del clasicismo. Tiendo a ponerlo en paralelo con el autor de la antipoesía, don Nicanor Parra: ¡él sería el autor de un antioratorio, junto a Manuel Zúñiga!

Antes del oratorio se presentará la Suite nocturna y fantástica de Enrique Soro, que te encargaste de orquestar. ¿Podrías describir esta obra? ¿Qué te motivó a hacerlo?

La música de Enrique Soro, muy distinta a la de René Silva, tiene sin embargo un rasgo común, que es la casi ausencia de ambición: cuando menos aspira a lo grande, mejor es, en mi sentir: Enrique Soro es un autor de pequeñas piezas (las hay grandes, pero en general me tocan menos) que poseen dos hermosísimas vetas: su inspiración melódica y armónica y su limpia y excelente técnica de escritura. La conjunción de estas cualidades no es frecuente.

En 2021, ya liberado de mis tareas en la Usach, pero tristemente impedido de ensayar y dirigir porque todas las orquestas estaban paradas por la pandemia, pedí a Roberto Doniez Soro, nieto de Enrique Soro y presidente de la Fundación Enrique Soro, que me mandara piezas para piano de su abuelo. Leyéndolas una tras otra, nació rápidamente la idea de orquestarlas para orquestas del tamaño de la Usach. A lo largo de Chile hay muchas otras orquestas de esta geometría instrumental: en La Serena, Talca, Temuco, la Orquesta de Cámara de Chile, etc.

Siendo estudiante en Ginebra, mi profesor más profesional y estricto fue el de orquestación. ¡Me sorprendí al recordar tantas de sus enseñanzas, 38 años después! A éstas se sumó mi larga experiencia de director y mi estudio de orquestadores fabulosos como Puccini, Ravel y sobre todo Richard Strauss, todos contemporáneos de Soro. Las hice muy meticulosamente, encerrado en una cabañita de madera que tenemos con Denise, mi pareja, en el fondo. ¡Ni me aparecía por la casa! Ella se asomaba al mediodía o a la noche, tímidamente, preguntando: ¿Vamos a comer algo juntos en el comedor? ¡Y entonces me daba cuenta de que no me había despegado de la silla! Era como dirigir desde el papel. Amé realizar estas orquestaciones.

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