1973 – 2023
Conmemorar 50 años del Golpe de Estado en Chile

Conmemorar es convocar al pasado desde el presente, volver a recordar, volver a poner en nuestro tiempo contemporáneo esos pasados que no pasan y que muchas veces nos pesan.
Conmemorar es también fortalecer los lazos de comunidad, para valorar que la diversidad de memorias se articulan en torno a fragmentos que dan significación y sentido a hechos que circulan en historias familiares, en nuestros cuerpos, en nuestros espacios y que, por ende, no están cerrados para siempre.

Conmemorar no es congelar el pasado, es volverlo vivo a partir de las preguntas de nuestro tiempo, es el mejor ejemplo de que los contextos del recuerdo inciden siempre sobre lo que podemos narrar sobre tiempos pretéritos. El pasado se va modificando conforme cambian nuestros parámetros de plausibilidad, de verdad, de justicia y también de reparación.
Conmemorar implica aceptar que las múltiples memorias están en disputa y que las narrativas oficiales pueden cuestionarse y modificarse, abriendo tanto los anhelos de una sociedad más justa y más democrática, como la atención necesaria a la emergencia, siempre posible, de los negacionismos o relativismos.

Conmemorar es tanto un acto cívico como político, no en el sentido “partidista”, sino en tanto las referencias al pasado respecto del presente. La forma cómo recordamos, cómo construimos temporalizaciones y cómo nos revinculamos con el ayer, son disputas por el poder de interpretación, el poder de hacer inteligible las deudas, las reparaciones, lo ocurrido y también lo que pudo ocurrir.

Todas esas dimensiones están presentes en nuestra conmemoración extensiva en la Universidad de Santiago de Chile. Con un gran número de actividades propuestas por la Comisión 50 años y con carácter pluriestamental, esta conmemoración está cruzada por tres ejes centrales:

i) se hace cargo de nuestro deber misional en tanto universidad estatal, laica y plural;
ii) es intergeneracional, promoviendo conexiones entre distintos actores para facilitar
la interacción y la integración social y por cierto, la reparación simbólica de los desgarros de las heridas lacerantes que quedaron instalados como memorias emblemáticas
en nuestra sociedad y,
iii) promueve una ciudadanía crítica, en tanto, invita a las reflexiones y al debate para fortalecer una democracia, donde la tolerancia y el respeto reconozcan el conocimiento y los saberes como formas claves de comprensión de nuestra forma de ser y estar en el mundo.

La diversidad de actividades que recoge este programa da cuenta del interés que despertó la convocatoria abierta a una conmemoración extendida, que puso como protagonista a la comunidad y que tiene sentido, en tanto recuperan las formas que desde el presente tienen significados diversos respecto del pasado recordado.

Valoramos el pluralismo en una institución donde la reparación, la justicia y la verdad siguen siendo temas tan pendientes como en nuestra sociedad, pero que con respeto y con tolerancia conviven con experiencias diversas donde el pasado se reconstruye permanentemente en función de colaborar a una democracia sustantiva. Lo más relevante de estas actividades es que nacieron de una comunidad viva, que desde distintas perspectivas, nos hicieron llegar novedosas formas de traer el pasado al presente, con el respeto y reconocimiento de los actores vivos de aquella época, que fueron particularmente generosos en no querer imponer sus formas de recordar. Es también un reconocimiento a sus historias de vida, a los que después de 50 años siguen vivos no solo como testigos, sino que como agentes del cambio en esta contemporaneidad que compartimos al menos tres generaciones de actores.

Todo lo anterior hace singular nuestra conmemoración extendida. Fue dialogada, transparente, tuvo un alto componente comunitario y fue pluristamental. Estamos orgullosos de haber avanzado a que la multiplicidad de actividades, objetos, discursos y saberes, circulen en un campus que fue duramente atacado por la materialidad de un golpe de Estado, que en esta universidad no vive solo en la memoria, sino que en los múltiples espacios que habitamos, en los sobrevivientes-agentes y en los que somos herederos y herederas de esta historia que, nos atrevemos a poner en discusión y debate, como un ejercicio de reparación necesario para la democracia que queremos construir.

Dra. Cristina Moyano Barahona,
Presidenta Comisión 50 años*

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