El compositor chileno habla sobre la obra que escribió en memoria de Jorge Peña Hen, basada en una carta del director y compositor que muriera a manos de la Caravana de la Muerte. La pieza será estrenada este miércoles 20 de marzo por la Orquesta Usach y el Coro Sinfónico Usach.

Miguel Farías. Foto: Manuel Urra.

La Orquesta y el Coro Sinfónico Usach iniciarán la temporada de conciertos 2024 del Teatro Aula Magna reafirmando una de las principales tareas que han asumido en años recientes: difundir la música chilena y, particularmente, estrenar creaciones de autores contemporáneos.

Bajo la dirección de David del Pino Klinge, el programa para este miércoles 20 de marzo (19:30 hrs, entradas gratuitas aquí) considera música de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) y Ludwig van Beethoven (1770-1827), pero se iniciará con ambas agrupaciones haciendo el estreno absoluto de Despedida, una obra que el compositor chileno Miguel Farías (1983) escribió en memoria de Jorge Peña Hen (1928-1973).

Farías es uno de los nombres más activos de la música chilena actual. Autor de las óperas Renca, París y Liendres (2012) y El Cristo de Elqui (2018), además del monodrama La compuerta Nº 12 (2021). En 2022, la Filarmónica de Los Angeles tocó por primera vez su obra Estallido (2022) y la misma orquesta le encargó un ciclo de canciones que serán estrenadas próximamente, bajo la dirección de Gustavo Dudamel. Recientemente, su música también ha sido programada por orquestas como Hong Kong Philharmonic, San Diego Symphony, Sinfónica del Estado de São Paulo, Filarmónica de Buenos Aires y Filarmónica de Medellín, entre otras.

Despedida es una de sus creaciones más recientes y está dedicada a Jorge Peña Hen, pionero del movimiento de orquestas juveniles e infantiles en Latinoamérica. Director de orquesta, compositor y gestor incansable, su nombre también quedó asociado para siempre a la tragedia: durante las primeras semanas de la dictadura murió fusilado en el Regimiento Arica de La Serena, como una de las numerosas víctimas de la Caravana de la Muerte.

En esta entrevista, Miguel Farías anticipa el estreno de la obra, habla sobre su proceso creativo y sobre la influencia de Jorge Peña Hen al momento de componer.

Miguel Farías en el Teatro Aula Magna Usach. Foto: Manuel Urra.

“Es curioso porque parece contradictorio, pero creo que no lo es: lo primero que se me ocurrió fue una música grande a nivel instrumental, pero que al mismo tiempo fuera susurrada, íntima. Mi idea era que hubiera mucha gente, una gran comunidad arriba del escenario, que hiciera una música sensible. Además, técnicamente la Usach es una gran orquesta y el Coro Sinfónico también. Me ha tocado trabajar con ellos en otras instancias y los admiro mucho, así que me interesaba contar con ellos”.

“Es la primera vez que trabajo con el maestro David del Pino y es algo que me llena mucho. Mi primera obra orquestal y una de las primeras obras que estrené en mi carrera, Nocturno del fracaso, fue gracias a la Temporada del Descubrimiento que creó en la Orquesta Sinfónica Nacional, así que volver a trabajar con él es muy simbólico para mí”.

¿Qué descripción haces de la obra?

Una de las ideas principales de esta obra es lo íntimo, no solo a nivel sonoro sino también en su mensaje. Tomé material epistolar de Jorge Peña Hen, una última carta que envía a su familia, en la que él ya olfatea lo que está por pasar y ve lo que le ocurre a otras personas. Es algo trágico y doloroso. La carta no es poesía, pero tiene una energía muy fuerte, sobre todo mirada hacia el pasado, y eso me provocó sensaciones que traté de llevar a colores y al sonido mismo, pero sin nunca desviarme de la intimidad en el sentido de un espacio pequeño. Hay una orquesta y un coro, pero al mismo tiempo quise hacer una música que fuera casi como un susurro, que parece que está diciendo algo en voz baja. Es una voz pequeña, pero al mismo tiempo el mensaje es muy desgarrador y serio. Eso me inspiró.

¿Cómo es en términos musicales? ¿Su lenguaje, su estructura, otros elementos?

Técnicamente es sencilla. No hay técnicas extendidas ni una experimentación sonora importante. La idea de la obra es una sola, este concepto de intimidad. Lo austero también, a nivel de sonidos, colores, timbres, rítmica. Refleja la idea de tomar una carta tan fuerte como la que estoy describiendo. El concepto de la carta es íntimo, pero al mismo tiempo deja plasmado un mensaje. Traté de llevar esa conceptualización a la música.

¿Cómo fue el proceso de adaptar la carta a los textos que canta el coro?

No está la carta completa porque es larga, pero traté de tomar extractos que describieran justamente esta intimidad. Al mismo tiempo, la escritura de la carta tiene mucha musicalidad y por eso sentí que era bueno llevarla. Tiene periodos, preguntas, respuestas a sí mismo, suspenso, resolución… Edité, pero no fue mucho.

La idea de que el coro cantara esta carta me parecía fuerte y potente. Quizás lo íntimo hubiera sido que una sola persona cantara este texto, pero que una muchedumbre cantara, este timbre de muchos siendo uno solo, juntos, me pareció más desgarrador dentro de la intimidad. Más serio y más potente.

 

¿Hay citas de alguna obra compuesta por Jorge Peña Hen?

Su música está citada en algunas partes. Hay un momento bien bonito, que expresa ternura y dolor, que es lo que uno ve ahí: una persona buena a la que le pasó lo que le pasó. Incluso él lo dice, habla de gente que se entrega por completo y le pasa esto terrible. Quiero dejarlo un poco como sorpresa, pero hay un juego de colores, sonidos medios inesperados. Por ahí también aparece la última melodía de Peña Hen, de una manera una vez más íntima, en lontananza, a lo lejos, así que hay que tratar de escuchar muy bien. Todo es pequeño, como leyendo la carta en medio de la soledad.

Jorge Peña Hen es una figura con un peso simbólico muy fuerte en la música chilena. ¿Cómo te afectó eso al momento de componer?

No solo es una figura muy fuerte en la música, sino que en todos los estratos culturales chilenos. Es un nombre potente, que nos dice muchas cosas de un proyecto inacabado por la dictadura, por razones injustas. Al mismo tiempo, en este proceso siempre sentí que la relación con el texto y el mensaje de la obra era un especie de desgarro, de dolor por lo que estaba leyendo y tratando de homenajear. Fue un proceso creativo difícil. Técnicamente no hubo ningún problema, pero traté de instalar mucha expresividad en la idea de traspasar esta carta dolorosa a sonidos. Es una obra que considero bastante personal, a pesar de que es un homenaje a otra persona, muy importante para la cultura y la historia de Chile.

19/03/2024

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